WILFREDO JORDÁN S.wjordan@prensa.com “¿No les hace falta el dinero? ¿Será que me equivoqué y ese auto no era un taxi? Qué extraño, no lleva pasajeros y ni siquiera me vio”. Estos son algunos de los pensamientos que pasan por la mente de Miguel González mientras espera un taxi en la Plaza 5 de Mayo para llegar a su oficina. Después de repetir varias veces cuál era su destino, un taxista se conmovió y le respondió: “venga, yo lo llevo”.
Pero además de rogar para que los lleven, los clientes tienen que someterse a tarifas que a veces pueden sentirse antojadizas.
Con el histórico incremento que registró el petróleo, los gremios de taxistas lograron que la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre aprobara un ajuste.
La medida, ratificada por el Gobierno, aprobó el cobro de un dólar como tarifa mínima desde el 15 de agosto de 2008, cuando comenzó a regir. Según el esquema establecido en la ciudad capital, por cada subzona el cliente debe pagar 25 centésimos y 35 centésimos por zona.
La ansiedad que se crea por esperar transporte hasta que un taxista se conmueva, muchas veces hace que el usuario pierda de vista cuál es la tarifa, y que siga al pie de la letra el complejo mapa de zonificación aprobado.
Sin embargo, algunos clientes como Miguel sí están claros acerca del costo que deben pagar según la nueva zonificación. La tarifa desde la Plaza 5 de Mayo hasta la oficina de Miguel, que queda en Vía España, es un dólar con 70 centésimos. Pero en esta ocasión, cuando llega a su destino y Miguel le da el pago al taxista, este le dice que son 2 dólares con 75 centésimos.
“¿Cómo dijo, señor?, siempre pago un dólar con 70 centésimos”.
La discusión se extiende y Miguel acuerda con el taxista acudir a una subestación de policía para verificar el costo de la carrera. Al llegar a la sede policial, Miguel le explica al policía de turno que el taxista le quería cobrar un dólar más por la carrera.
“Présteme la carta de zonificación”, le ordena el policía al taxista. Luego de revisarla, el policía comprueba que Miguel tiene razón. El taxista pide disculpas y lo lleva a su destino.
CAPITALIZAR
Héctor Vargas, secretario general del Sincotape, está convencido de que era necesario ajustar la tarifa del transporte selectivo porque está vigente desde 1978, cuando el galón de gasolina costaba un dólar. “Todavía la gasolina está por encima de ese costo”, argumenta Vargas al justificar la tarifa actual, pese a la disminución en más de 100 dólares que ha tenido el barril de petróleo.
En 1978 un automóvil costaba entre 4 mil 500 dólares y 6 mil dólares. Hoy el costo está por encima de los 12 mil 500 dólares, añade Vargas. También hay costos operativos adicionales. El galón de aceite de motor subió de 5.75 a 11 dólares. Las llantas aumentaron de 34 a 45 dólares y las baterías de 30 a 50 dólares.
Estos altos costos han disminuido los ingresos y, por ende, también el interés de los taxistas para prestar el servicio, afirma Vargas.
De los 27 mil cupos de taxi que hay en la capital, solo opera a tiempo completo el 50%, aseguró Vargas.
El restante 50% se dedica a otras labores y solo ocupa unas dos o tres horas al servicio de taxi, como una labor para complementar sus ingresos.
“Hace falta una política integral de transporte en la que participen el Gobierno, los usuarios y los concesionarios”, dice Vargas, quien también forma parte de la Cámara Nacional de Transporte.
Se necesita buscar alguna salida para darle vida al servicio, una de ellas puede ser la capitalización de las empresas concesionarias para que puedan reemplazar la flota, añadió.
La Autoridad de Tránsito no informó cuál es la fórmula que se analiza para mejorar el servicio en el transporte selectivo.
Por el momento, el Gobierno está concentrado en el proceso para el cambio del transporte colectivo, dijo una fuente gubernamental.
Servicio al cliente
Mientras tanto, en la ciudad capital continúa la demanda de un mejor servicio de taxi que incluya un buen trato para los usuarios.
La situación debe solucionarse de manera urgente, porque además de crecer el número de usuarios locales, hay una mayor cantidad de turistas que necesita trasladarse a diferentes partes, y que en ocasiones le toma horas lograr un transporte, advirtió Pedro Acosta, vocero de un gremio de defensa del consumidor.
Para junio deben ser amarillos
El próximo 30 de mayo vence el plazo para que los 27 mil taxis que circulan en la ciudad capital sean pintados de color amarillo, según la última regulación de la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre.
Hasta diciembre pasado apenas habían cumplido con esta norma unas once mil unidades o un 40%, según informó una fuente.
La medida que debía ejecutarse en junio de 2006 fue pospuesta a solicitud de los gremios taxistas al argumentar que la rentabilidad del servicio no alcanzaba para pintar de amarillo los automóviles que tienen otro color.
Pintar un automóvil nuevo tiene un costo que varía entre 600 y 800 dólares.
La norma permite que haya una unificación en el color de las unidades del servicio de transporte selectivo. Pero a pesar del costo adicional, algunos taxistas afirman que una vez cambiaron de color han notado una mayor demanda de sus servicios.