Saturday, December 13, 2008

Puertos de primer mundo, calles de tercero


La carretera que conduce desde los Cuatro Altos hasta los puertos de Manzanillo International Terminal (MIT) y Colon Container Terminal, en la provincia de Colón, está deteriorada y sin esperanzas de una pronta reparación.

Por tratarse de una vía de carácter público, las empresas afectadas no tienen intenciones de repararla, sin embargo, la situación perjudica sus operaciones.

En MIT reconocieron que en ocasiones se ven obligados a abrir hasta más tarde a causa del congestionamiento que se produce en la vía porque los vehículos no pueden circular a velocidad normal. Pese a los intentos de este diario de contactar a funcionarios del Ministerio de Obras Públicas para hablar del tema, ninguno respondió.

Precios afectan la cena

mary triny zea c.
mzea@prensa.com

Esta Navidad y Año Nuevo muchos panameños disminuirán los elementos de su cena e, incluso, algunos no tienen pensado comprar ni jamón ni pavo para Nochebuena, debido a los altos costos de la canasta básica producto de una inflación, que llegó a 9.5% en octubre, según cifras de la Contraloría General de la República.

Un monitoreo de productos básicos para las fiestas de fin de año, realizado por La Prensa en tres supermercados de la ciudad (El Machetazo de Calidonia y el Súper 99 y el Rey de El Dorado), arrojó que una canasta de 12 elementos básicos navideños oscila entre $45 y $60.

Los productos considerados fueron: un pavo de 10 libras; un jamón de 5 libras; una lata de piña en rodajas de 20 onzas; una bolsa de nueces; un paquete de arroz de 5 libras; una lata de guandú y de maíz de 20 onzas cada una; una libra de cebolla y de papas; una rosca de pan y una botella de ron ponche.

Algunos consultados expresaron que este año, en lugar de gastar en dicha compra, asistirán como invitados a la casa de un ser querido con mayores recursos. Otros dijeron que la estrategia será dividirse los gastos entre cada miembro de la familia, comprando cada uno alguno de los platillos o ingredientes, y reunir la compra en un solo lugar para compartir.

Aquellos que cuentan con recursos limitados también pueden elegir entre el jamón que cuesta desde $2.05 la libra en el Súper 99 de El Dorado y el pavo que cuesta por libra desde $1.79 en el Rey de El Dorado.

Pero aunque el precio del pavo por libra sale más económico que el jamón, por el tamaño del ave el pavo es más costoso. Uno de los más pequeños, de 15 libras, puede costar alrededor de $28; mientras que un jamón ahumado de seis libras, $12.83.

Una alternativa es el pavipollo Melo, un pollo con un mayor tamaño que los regulares. Esta opción es la más económica y cuesta $1.39 la libra en los tres supermercados consultados.

Sin embargo, hasta el pavipollo ha sentido la inflación: en 2007 costaba 10 centésimos menos, según un informe de la Autoridad de Protección al Consumidor.

Por su parte, el Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA) vende en todos los puestos la bolsa navideña Compita, que cuenta con 10 libras de arroz, una botella de aceite de 16 onzas, una lata de guandú, un paquete de sal de una libra, un paquete de azúcar de tres libras, una lata de piña en rebanadas, golosinas y dos panetones, y se vende a $20 si es con jamón bolita de 5.5 libras, y a $34 si es con jamón picnic entre ocho y 11 libras.

Al momento de hacer sus compras, el Ministerio de Salud recomienda poner atención a la fecha de fabricación y de expiración, dónde fue empacado o procesado, la empresa que lo distribuye y verificar que el comercio sea reconocido y no un lugar improvisado.

Desarrollo turístico depredador


Graciela Arosemena Díaz
opinion@prensa.com

El mayor atractivo turístico de Panamá se encuentra en su paisaje natural. Playa y sol hay en muchos lugares del planeta, pero lo que nos identifica y lo que nos hace singulares son nuestros paisajes.

Sin embargo, el modelo de desarrollo turístico que se está implantando en Panamá es la mayor amenaza a islas y costas. Modelo pasado de moda, que transcribe el paisaje urbano a las playas, no es precisamente aprovechar el potencial turístico, sino más bien acaba con el propio atractivo natural. Se está imponiendo el concepto de mega proyectos turísticos, enclaves artificiales que podrían encontrarse en cualquier país, espacios sin identidad.

Este turismo, asociado a la arquitectura masiva, es obsoleto. Los nuevos conceptos de desarrollo turístico están más enfocados en reflejar la arquitectura local, y el medio natural.

Un turismo naturalista es una opción que sin dejar de ser lucrativa, es mucho más responsable con el entorno. Como el caso de Costa Rica, que ha desarrollado un turismo alternativo de prestigio internacional, prescindiendo de mega proyectos de sol y playa.

En vez de ello, ofrecen al turista la posibilidad de contactar con algo real incluyendo su ambiente y cultura. No diseñan polos turísticos, sino que se aprovechan los atractivos naturales con el menor grado de alteración. Con tan buen resultado que el turismo es el principal sector del país centroamericano, cuyo PIB (55.95 miles de millones dólares) es mayor que el de Panamá (29.14 miles de millones de dólares). Esta es una lección de la que Panamá debería aprender. Es una prueba de que no solo es posible hacer un turismo sostenible, sino que además puede ser muy rentable económicamente.

Por otro lado, en España, recientemente se ha iniciado una campaña para aplicar de manera retroactiva la ley de costas, para enmendar los efectos del desarrollo turístico mediterráneo. Aunque tarde, se han dado cuenta que urbanizar las playas no es del todo bueno, y ahora pretenden “limpiar” de edificaciones 100 metros paralelos a la costa, demoliciones incluidas. Panamá debería tomar nota de esos errores, sin embargo, el litoral panameño está camino de convertirse en el desastre del mediterráneo español.

A pesar de ser un hito la reciente ilegalización de la aprobación del EIA del proyecto Red Frog, el daño está hecho, la isla ya ha sido intervenida negativamente. El desarrollo turístico no puede ser un proceso improvisado, debe ir acompañado de una gestión ambiental del territorio, definiendo la intensidad de las actividades turísticas en función de la vocación ambiental de cada espacio. Esto evidentemente no ha ocurrido en Panamá, se ha optado por la vía fácil, pero la más destructiva.

Panamá una vez se vio obligada a ceder una franja de tierra para construir un canal. Resulta irónico que ahora que el Canal por fin es nuestro, gracias a la miopía de nuestros gobernantes, se está vendiendo el país a pedacitos a extranjeros. Es urgente reorientar el modelo turístico hacia uno más sostenible, de lo contrario es mejor que “el que quiera conocer a Panamá que venga, porque se acaba”.