José Quintero De Leónjquintero@prensa.com El pasado 14 de enero fue investido venerable gran maestro de la Gran Logia de Panamá, el abogado Carlos Alberto Mendoza.
Sucedía al hermano Mario Troncoso Ponce, quien por cuatro años ocupó la más alta dignidad de la masonería panameña. Su salto de segundo gran vigilante al trono de Salomón, lo convierte en el cuadragésimo quinto gran maestro, desde 1916 cuando abrió sus puertas esta Gran Logia.
Luego de un ritual de reconocimiento al gran maestro entrante, en el que refulgieron los mandiles, collarines y lustrosas varas masónicas, también desfilaron los nuevos dos vigilantes; el maestro de ceremonias; orador, tesorero; el hospitalario; el secretario; y el guarda templo, entre otros, quienes también fueron investidos.
El hecho fue de tal relevancia que figuraron como invitados Roger Pageau, gran maestro de la Gran Logia de Massachusetts, y John Bernard, gran maestro distrital de esa obediencia, con sede en Balboa.
Orígenes
La masonería (del francés maçon, albañil) es una sociedad secreta mundial que data de 1717, cuando se funda la Gran Logia de Londres. Su objetivo inicial fue el de aglutinar artesanos de la construcción que se agrupaban en tres grados: aprendices, compañeros y maestros, con sus pases y signos de identificación, respectivos.
Sin embargo, con el advenimiento de la ilustración y las ideas liberales en Europa, estos grupos evolucionaron a lo que son hoy, una sociedad de carácter iniciático, filantrópico, filosófico y progresista.
Gracias a los influjos de la Revolución Francesa, sus principios son la fraternidad, igualdad y libertad del hombre. Los masones sostienen que su objetivo es la búsqueda de la verdad, y cultivar el intelecto y la moral del ser humano, sin excluir su progreso social. Además, la obligación que impone de creer en el Gran Arquitecto del Universo (Dios), para poder atravesar sus columnas, define su carácter espiritual.
Masones en Panamá
Esta fraternidad secreta llega a Panamá durante la Colonia. En 1820 se funda la primera logia La Mejor Unión No. 365, cuyos integrantes participaron de la conjura para liberar el istmo de la Corona española.
Con la anexión a Colombia, florecen más logias y luego, con la separación, en 1903, la actividad se fortalece. No cabe la menor duda, dice el gran maestro Mendoza, que en la creación de la República participaron, de principio a fin, los masones tanto del bando liberal como del conservador.
No es un club social
La masonería es selectiva. Las logias no reclutan como los clubes sociales. Para ingresar, se requiere ser adulto, varón, de solvencia moral y económica. Usted no pide ingreso, debe conocer a algún miembro que lo recomiende.
Dado el prestigio que tiene la orden en el mundo, y que en ella han militado personalidades como Mozart, Bolívar, Washington, Hidalgo, Martí, Roosevelt, Ramón y Cajal, Churchill, Schweitzer, entre otros, profesionales, políticos y empresarios ingresan en sus talleres para instruirse en su sabiduría.
En Panamá, los magistrados Harley James Mitchell, del Órgano Judicial; Erasmo Pinilla y Gerardo Solís, del Tribunal Electoral, y Elías A. Castillo, diputado de la Asamblea Nacional, pertenecen a ella; Joseph Salterio, banquero; Felipe Rodríguez, empresario; los ex ministros Camilo Alleyne y Francisco Sánchez Cárdenas, también visten el mandil masónico.
Dejar el claustro
En su instalación, el gran maestro Mendoza reiteró la intención de su antecesor el ex gran maestro Troncoso, de hacer de la orden una sociedad discreta, y no secreta.
La masonería, insistió, “deja el claustro para que la sociedad ya no la vea como algo misterioso y anticlerical”, sino como la forjadora del buen ciudadano, sobre todo en la actual crisis.
Iglesia y masonería, un abismo
Aunque las persecuciones religiosas han quedado en el ayer, para el Vaticano la francmasonería sigue siendo un peligro para la fe cristiana. La clave parece ser el culto del libre pensamiento masónico. Desde 1738, los papas han condenado esta sociedad, creando un abismo entre ellas. El canon 2335 de la antigua Ley Canónica advertía que sería excolmugado aquel que se hiciera masón. Luego, Juan Pablo II, en su papado, suavizó la ley, y así el canon 1374 ya no condena específicamente las asociaciones masónicas, pero el rechazo de la Iglesia sigue invariable.
Según la Iglesia, el concepto de la masonería sobre la divinidad es opuesto al de la fe judeo-cristiana, ya que su deidad es impersonal, pues su “falso dios”, es la razón. No obstante, desde su fundación, en la orden han militado sacerdotes y obispos. En Panamá, los roces entre Iglesia y masonería no se advierten. En realidad, la mayoría de las logias la nutren cristianos.