Tuesday, March 8, 2011

‘Mamis’ en días de Momo

DÍA DE LA MUJER. JÓVENES MOSTRADAS COMO OBJETO DE ENTRETENCIÓN.
En el Carnaval, los medios de comunicación enfocan como parte del entretenimiento a las jóvenes ebrias y bailando desinhibidas en tarimas.

ROXANA MUÑOZ
rmunoz@prensa.com
desenfreno. Una época en que las mujeres de todas las edades están expuestas a ser tratadas como artículos para la diversión y el uso sexual. LA PRENSA/Archivo

Mami, una vueltecita; muchachos, miren los pai, las anteriores son referencias a las mujeres, comunes en los medios de comunicación hoy martes de Carnaval, que coincide con el 8 de marzo Día Internacional de la mujer.

La imagen de la mujer en los medios no ha dejado de ser explotada. El Carnaval es una coyuntura donde tal explotación se profundiza, explica la socióloga Briseida Allard.

“Las pautas mediáticas aprovechan la mayor independencia femenina y reconstruyen una imagen de “mujer liberada” que recicla mecanismos de subordinación.

Por ejemplo, asociar de un modo reiterado el consumo de bebidas alcohólicas y el éxito sexual”. Agrega que estudios ya alertan del consumo alcohólico y de otras sustancias entre las jóvenes.

Por identificarse con imágenes de mujeres liberadas, se refuerza el estereotipo de seres no pensantes, sin autoestima y disponibles al mejor postor. El Carnaval es una actividad en que las mujeres de todas las edades están expuestas a ser tratadas como mercancía, como carne con ojos, como cosas para la diversión y el uso sexual, advierte la abogada Marcela Arce, del foro de Mujer y Desarrollo.

Rosina Pérez, directora del Instituto Nacional de la Mujer, se pregunta por qué en vez de convertir a la mujer en “objeto de entretención”, los medios no se centran más en otros mensajes, como cuidarse del sol o del VIH en estas fiestas . Según Pérez, se puede “disfrutar y mandar un mensaje de diversión sin colocar como objeto a las mujeres”.

Añade que la mayoría de las panameñas no se comportan de la manera que las presentan los medios. “La mayor parte de las chicas se divierte dentro de parámetros de valores aceptables, a pesar de que se trata de un tiempo en que la normativa social es flexible.

La antropóloga Ana Elena Porras, quien ha escrito sobre la importancia de retomar valores como el folclore y la diversidad intercultural en el Carnaval, opina que la fiesta ha experimentando “un proceso narrativo complejo” donde destacan dos componentes: el primero es de clase social, el Carnaval se ha lumpenizado, adoptando conductas, identidades y expresiones del lumpen panameño (el extremo más bajo de la base popular urbana), donde el machismo, y su contraparte el hembrismo, predominan, con expresiones vulgares y maleantes. El segundo componente es la comercialización.

El Carnaval se ha reducido a ser un negocio, de allí que las tarimas y los culecos sean espacios comerciales y la publicidad carnestolenda se permita licencias que en otros días serían inaceptables, con la imagen de la mujer-objeto-sexual amplificada, porque sigue vendiendo bien en un país machista. “La metáfora del pai te lo dice muy claro: la mujer-pai; la que se compra, se vende y se come”.

Añade que a la reacción femenina frente al machismo –que iguala al hombre en sus vicios y desmanes– se le llama hembrismo. “El hembrismo no es la solución, es una postura revanchista, destructiva. Ser igual de borrachas que los hombres no demuestra fuerza ni valor.

Y el alcohol, como las drogas, daña la salud. Su propuesta es ser desinhibidas, pero ideológicamente, políticamente, como parte de la historia, como emprendedoras y líderes del cambio social. “Desinhibidas” no significa “desnudas” frente a las cámaras para provocar el deseo y convertirnos, una vez más, en objetos sexuales.

¿Feminista?, no gracias

Brujas modernas que odian a los hombres, esto es para algunos hombres y mujeres ser feminista.

Briseida Allard dice que el feminismo es una práctica política que tiene simpatizantes y adversarios. Resalta que en la historia de Panamá han sido las mujeres de distinta orientación política e ideológica, las que impulsaron la larga lucha por el sufragio universal y las políticas públicas para la equidad de género.

Rosina Pérez, directora del Instituto de la Mujer, define que es ser feminista: “para mí, serlo es construir, aportar, dar parte de mi historia, para que podamos erradicar la violencia contra las mujeres, dejarle un futuro más seguro a las niñas, creer que también puedo confiar en el sistema de justicia, darnos a cada uno lo que corresponde. Y no podemos pasar por alto que mucho de lo que las mujeres disfrutan hoy es gracias a las feministas”.

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