Tuesday, March 8, 2011

La derogación de la Ley 8 de 2011









Resultó una decisión abrupta y no esperada. El Presidente de la República siguiendo el mismo estilo errático de hacer política como ha conducido este país en los últimos diez y ocho meses decidió derogar la ley por voluntad propia.

Nadie se explica a que obedeció su cambio de actitud tan repentino después de haber mantenido al país en zozobra por tantas semanas. Pero esa es su personalidad y no variará en los próximos tres años y medio.

Lo que nos obliga a todos los panameños ha mantenernos constantemente en alerta cuando debiéramos estar atendiendo nuestros asuntos personales.

Hay un regocijo general por parte de todos los militantes civiles que defendemos la democracia y la rendición de cuentas.

Hemos logrado ganar esta batalla y la derogatoria es un fracaso para el Ministro de Comercio Roberto Henriquez, su Viceministro Ricardo Quijano y para el Presidente de la República Ricardo Martinelli.

Le demostramos que frente a la voluntad popular se debilita la gobernabilidad si no van de la mano. Hoy el gobierno nacional y sus malos asesores están midiendo la percepción sobre tal decisión. Si la misma es una muestra de debilidad y por ende puede potenciar otras consecuencias perjudiciales o un acto de gracia y bondad presidencial frente a las encuestas.

Lo que no se han dado cuenta es que lo que más se percibe es el vaivén emocional y el constante acomodo de la palabra presidencial a las circunstancias. Nadie al fin y al cabo sabe si hay una ruta política. Lo único que sabemos es que lo que ayer fue no será y lo que hoy se dice podrá cambiar porque yo no sé mañana.

Si es balada o bolero quién sabe, pero la gestión presidencial es una constante dinámica de giros sin sentidos como a la espera de si funciona o no funciona la movida. Es por ello que por mucho bombo y platillo con que se anuncie las bondades de la inversión y de la calidad de país que tenemos yo no puedo más que ubicarme en neutral con una perspectiva negativa.

Esa es mi posición sobre Panamá que en realidad tiene a su peor amenaza en el estilo de gobierno con visos de arbitrariedad, poco respeto al estado de derecho y una visión que en gobierno se puede hacer de todo y al resto nos queda aguantar.

Si este gobierno aprende algo serán varias derrotas similares. No nos queda otra que seguir vigilando la actuación política y protestar por esos arrebatos totalitarios con que amanecemos todas las semanas. Yo no creo que el Jefe aprenda alguna lección. Lo siento aunque sé que es su naturaleza.

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