Mi Diario/ Fotos ilustrativas/ Álvaro Reyes |
A pesar de todos los esfuerzos que se realizan a nivel mundial, ellas siguen en una condición desventajosa con relación a los hombres.
Panamá
En el país, las cifras son claras, las mujeres se encuentran en una desigualdad muy marcada con relación a los varones.
En el nivel de vida es donde aún se perciben las mayores inequidades en la nación. De acuerdo con estadísticas del Estado, las damas recibieron un ingreso equivalente al 57% del ingreso de los caballeros en el año 2008, el cual era aún menor en el 2001 con 51%. Las distancias en el ingreso entre hombres y mujeres varían entre 33% y 70% de diferencia en el 2008, lo que resalta el ingreso como un elemento que mantiene la desigualdad económica para ellas, con el consecuente efecto en su nivel de vida.
En materia de toma de decisiones y participación en el ámbito público, también se mantiene la desigualdad entre ambos sexos. Es así que solo 11.2% de los puestos de representación política son ocupados por féminas, con una amplitud que va de 0%, en el peor de los casos, a 19%, en el mejor. Esto ratifica una vez más la exclusión de ellas en la toma de decisiones.
Buen camino
En el aspecto económico, las del sexo femenino se están incorporando masivamente en el nivel técnico, profesional, llegando a ocupar en promedio el 52% de estas posiciones, lo que confirma el incremento de su nivel educativo. Cabe señalar que en la última década las mujeres han avanzado en puestos administrativos, y accede en menor escala que los hombres a puestos de alta dirección.
En materia de salud, siguen con mala nota, pues en el país el nivel de muerte materna a la hora de parto es muy alta, especialmente en las comarcas, en las provincias de Bocas del Toro y Darién. En muchos de los casos se debe al poco acceso a centros de salud especializados.
Los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas exhortan a los Estados a establecer políticas de largo plazo destinadas a mejorar la situación de las mujeres, pues invertir en la educación de las niñas y en el empoderamiento de las damas a través de la participación en el empleo y la política tiene múltiples y fuertes impactos. Porque conseguir que las mujeres accedan a la educación significa romper un eslabón en la cadena de la pobreza, que de otra forma haría que esta se perpetuara de generación en generación.
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