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Planes de alzas. Según lo establecido en el presupuesto general del Estado de 2011, los servicios profesionales crecerán 11.5% con respecto a 2010. LA PRENSA/ Jorge Fernández |
Al cierre de 2010 la planilla del sector público estaba compuesta por 181 mil 414 empleados, lo que representa un aumento de 7 mil 898 empleados o 4.55% más que al cierre de 2009, cuando el Estado contaba con 173 mil 516 funcionarios, según un reporte publicado por la Contraloría General de la República.
Si el cierre del año se compara con el mes de enero, el aumento es de casi 19 mil 350 empleados.
La planilla consta de 73 entidades, de las que 22 son del Gobierno central, 33 de instituciones descentralizadas, donde se destaca la Caja de Seguro Social, 11 de las empresas públicas y siete de los intermediarios financieros. Quedan excluidos la Autoridad del Canal de Panamá, los bomberos y los municipios.
En el primer año completo de gestión de la administración de Ricardo Martinelli, no solo aumentó el número de empleados, también el gasto en planilla, que pasó de mil 618 millones de dólares en todo 2009 a mil 750 millones de dólares en 2010. El aumento es de 132.6 millones de dólares, 8.2% más.
De todo el sector público, el Gobierno central es el que más funcionarios tiene (114 mil 949).
De ellos, 49 mil 316 son empleados del Ministerio de Educación, que se gastó en planilla casi 400 millones de dólares el año pasado.
El gasto en toda la planilla estatal representa el 15.5% del presupuesto modificado para 2010, 11 mil 278 millones de dólares.
Los datos no hacen sino echar por tierra las promesas de crear un gobierno más ligero y eficiente.
El número de funcionarios aumenta a pesar de los despidos que se han ido produciendo desde que entró el Gobierno.
El presidente del Colegio de Economistas, Raúl Moreira, apuntó que si fuera solo el reemplazo de unos funcionarios por otros, “no habría mayor problema”, hablando en términos económicos.
Desde el Gobierno se ha argumentado que los aumentos en planilla vienen marcados, principalmente, por los incrementos establecidos en las leyes especiales.
Los responsables reconocen que es difícil encontrar personal eficaz en las instituciones, pero esto no tiene como consecuencia una reducción de las planillas.
Para 2011, la tendencia será similar. Según lo establecido en el presupuesto general del Estado, los servicios profesionales crecerán 11.5% con respecto a 2010.
El aumento de gasto del Estado “hay que financiarlo. Si la planilla está creciendo a un nivel alto y los programas de inversiones son tan ambiciosos, habría que ver si el nivel de ingresos previsto por el Gobierno son suficientes para soportar los aumentos en funcionamiento e inversión.
Si no lo fuera, “no hay otra que buscar aumento en los ingresos”, y eso se hace a través de nuevos impuestos o elevando el endeudamiento.
ENFOQUE
La planilla; promesas incumplidas
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Opinión. Hablar de “planilla estatal” es hablar de Gobierno; de manera que hablemos de ello y no de sus accidentes, comenzando por definir lo que hemos de entender por “gobierno” y de inmediato nos daremos cuenta de que aquello que la gran mayoría cree que es el gobierno, realmente no lo es; por ejemplo, no es una fuente segura ni de seguridad, ni justicia, prosperidad, paz, etc., tal como muchos creen, y en muchos casos es todo lo contrario, ya que utilizando las excusas de seguridad, prosperidad, etc., aumentan su injerencia en nuestras vidas, degradando así el albedrío que es sine qua non en el desarrollo de los pueblos.
Es curioso que la mayoría de los ciudadanos no confíe en los políticos pero sí en el gobierno, ya que son lo mismo.
Por otro lado, vemos a tantos adversando la privatización y exhibiendo un apego casi infantil en todo lo que a gobierno se refiere, y si algo lo ilustra de forma contundente es la constante expansión del poder y alcance del tamaño de lo público, lo que incluye las planillas.
Indudablemente que en algunos casos se entiende, viniendo de quienes, junto a sus familias, han encontrado acomodo en las empresas estatales.
Pero, ¿y qué hay del resto de la población?, esa que no solo no recibe beneficios directos, sino todo lo contrario; es decir, esa que sufre las consecuencias de gobiernos sobredimensionados que engullen la riqueza nacional dando muy poco a cambio.
Por supuesto que si intentamos juzgar el tema desde la perspectiva actual de nuestro país, podemos llamarnos a engaño bajo la presunción de que el desarrollo que estamos viendo de alguna forma es producto de las acciones centralizadas. Lo sostenían los arnulfistas, luego los del PRD, etc. Pero la realidad es que se debe a una combinación de factores tanto geográficos como de economía geopolítica.
¿Acaso los extranjeros que llegan lo hacen porque creen ciegamente en nuestros gobiernos, o porque le temen a los de los países de donde provienen?
En el fondo todo el tema se reduce a un simple hecho, y es que si hemos de tener gobierno, este tiene que estar al servicio de toda la población, y para que eso sea así, es insoslayable dimensionar debidamente las funciones públicas.
En fin, si no sabemos qué es gobierno y para qué es, mal nos irá.
Curioso y elocuente que ya varios gobiernos han erigido sus plataformas de elección sobre la premisa de una contención del gasto, y particularmente de las planillas estatales. La realidad ha sido otra y los hechos hablan por sí solos.
*El autor es analista
Hoy por Hoy de la Prensa 08-03-2011
El presidente, Ricardo Martinelli, parece haber olvidado completamente que durante su campaña electoral criticó duramente a su antecesor por el tamaño de la planilla estatal. Ya en la silla presidencial denunció que el gobierno PRD había aprovechado sus últimos días en el poder para nombrar a amigos y parientes en puestos públicos amparados por la entonces vigente carrera administrativa.
Sin embargo, su promesa electoral de reducir la planilla y convertir la administración estatal en un modelo eficiente, quedó atrás. La realidad demuestra lo contrario: la planilla aumenta –con lo que esto significa en fondos públicos– y la burocracia estatal ahoga a los contribuyentes.
El gobierno resta importancia al hecho de que el dinero que se destina a este renglón dista mucho de convertirse en una inversión, pues se diluye en nombramientos administrativos, en su mayoría para saldar “deudas” de carácter político. Preocupa, además, que el modelo se repite en la mayoría de las instituciones estatales, por lo que urge que se establezcan controles de eficiencia y métodos para medir la productividad de un Estado sobredimensionado que gasta al año mil 750 millones de dólares en sueldos.
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