Thursday, February 12, 2009

Con la plata de nosotros

Luz Aleida Martínez
opinion@prensa.com

Una vez más se repite la historia, y “vuelve” hasta con indiferencia de muchos la política. Pero es que el panorama político no es nada halagador. De los candidatos que aspiran a compartir, con su familia, el Palacio de Las Garzas, ninguno inspira confianza. Sus caras no nos traen nada nuevo, ni positivo y los problemas del transporte público, la violencia, la baja calidad de la educación, la salud y la pobreza persisten, aunque reconocemos que algunos intentos se han hecho.

Es criticable y hasta chistoso ver y escuchar las propagandas políticas que dicen: “Vote por Pichicho”, que él acabará con la pobreza, “En la casilla No. 1, marque a Pacho que él sí resuelve” (pero no dice qué resuelve). ¿Quién tiene la culpa de esta pobre conciencia cívica que tenemos nosotros? Nosotros mismos, porque votamos por lo que no sirve.

¿Cómo es posible que vayan a pedirnos el voto personas que no muestran un plan de trabajo, y que no tienen conocimiento de los problemas de las comunidades o del circuito? ¿Por qué somos ciegos y reelegimos a gente que nunca ha dado informes de las partidas que manejan, y desconocemos quiénes forman los gobiernos locales, si tienen actas o no. Para eso existe la rendición de cuentas. Cada funcionario público debe rendir cuentas públicamente del dinero que maneja.

Un buen candidato debe ser una persona honesta, que trate bien a la gente sea del mismo partido o no, que sepa expresarse, que tenga simpatía y formación educativa para que el pueblo se sienta dignamente representado.

¿Cuántas leyes buenas han presentado nuestros legisladores a la Asamblea y cómo manejan las partidas? Lo desconocemos.

A la hora de escoger lo que importa es la persona y no el partido. Los partidos políticos son agrupaciones donde los dirigentes se interesan por nombrar a sus familiares. Algunas personas dicen “Yo tengo que votar, porque fulanito o fulanita me consiguió una casa” (esa casa no la compró con plata de su bolsillo, sino con la plata de todos nosotros), “Yo tengo un compromiso de votar por fulano, porque me consiguió una beca para mi hijo” (si el hijo tiene buenas notas, él se la ganó), “Yo tengo que votar por fulanito, porque él me dio cascajo, cemento y otras cosas” (esos materiales se compran con la plata de los impuestos que pagamos todos).

Cuando entremos a la casilla a votar, el próximo mes de mayo, amigas y amigos, “nadie nos estará viendo”, solo nuestra conciencia nos dirá si escogimos bien o, como decimos en buen panameño, “metimos la pata”.

Si elegimos mal, solo nos quedará aguantar cinco años, que pesan más que un mal matrimonio, pero no nos quejemos. No olvidemos que lo que los políticos dan es “con la plata de todos nosotros”.

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