El precio del petróleo ya ha rebasado los 100 dólares el barril. El resultado de este desalmado aumento lo sentimos en carne viva cada vez que vamos a la bomba de combustible, cada vez que abordamos un taxi o un "diablo rojo" o cada vez que encendemos la luz, y en gran parte se lo debemos al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Venezuela es número uno en el mundo en reservas petroleras, pero, en vez de aumentar su producción, la recorta para hacer subir el precio.
Las utilidades de Petróleos de Venezuela en el primer semestre de 2007 bajaron un 68%, a 896 millones de dólares, una ganancia sumamente pequeña para una gran empresa petrolera, baja esta que se debe a la disminución en producción, aumentos de costos, aumentos de costos en programas sociales y expansión hacia negocios no relacionados con la producción de petróleo.
Estados Unidos es el principal consumidor de petróleo en el mundo, pero sus reservas petroleras son las número 11. Por eso su presidente, George W. Bush, establece una política energética basada en el incremento del uso del carbón de piedra (sus reservas son número uno en el mundo), el incremento del uso de la energía nuclear (posiblemente todavía sean los primeros en el mundo en este campo) y en el desarrollo de fuentes alternas de energía, como la producción de etanol. En el uso del carbón de piedra no ha habido incremento significativo. En el uso de la energía nuclear no ha habido ningún incremento.
Pero en el desarrollo de fuentes alternas de energía, en el año 2008 utilizarán el 41% de su producción de maíz para la generación de etanol, transformación esta que es antieconómica y que solo se logra mediante la aplicación de fuertes subsidios. Para producir 1.3 unidad de energía de etanol se necesita usar 1.0 unidad de energía fósil (petróleo o carbón de piedra), en combustible para maquinaria agrícola o transporte, fertilizantes químicos y electricidad.
George Bush ha logrado el sacrilegio de transformar la comida de gente en comida de carro. Y esta transformación ha hecho que los precios de todos los alimentos se hayan incrementado dramáticamente en todo el mundo. El maíz subió un 75% en la bolsa de granos de Chicago durante el año 2007. Como a los agricultores les resultaba más negocio sembrar maíz que soya, mucha tierra se cambió de un cultivo al otro y el precio de la torta de soya subió en un 80%.
Casi la totalidad de los pollos, huevos y cerdos que se producen en Panamá son alimentados con maíz y torta de soya proveniente de Estados Unidos. Estos dos ingredientes también son importantes en la producción de leche y carne bovina estabulada.
Esta misma transferencia de tierras hacia el cultivo del maíz ha ocurrido con el trigo. La reducción de hectareaje sembrado en trigo en Estados Unidos se combinó con problemas de siembra de trigo en Kansas y sequías en Australia, Argentina y Ucrania, todo lo cual se ha sumado para hacer subir al trigo un asombroso 125% en el mercado mundial. El arroz en cáscara es tal vez el grano que menos ha subido, solo un 50% desde que se importó el arroz Compita de Guyana. A estos aumentos en los costos de los granos en la bolsa de Chicago hay que sumarles los aumentos en los costos de los fletes terrestres y marítimos, los cuales han subido alrededor de un 100%.
El fertilizante químico 12-24-12 ilustra dramáticamente el resultado de las acciones de los presidentes Chávez y Bush. El primer 12 es el porcentaje de nitrógeno, el 24 es el porcentaje de fósforo y el segundo 12 es el porcentaje de potasio. El otro 52% son componentes químicos inertes como fertilizantes. El 12-24-12 se vendió en Panamá el año pasado a 18 dólares el quintal y este año se venderá a 38.50 dólares el quintal. El nitrógeno se sintetiza a base de petróleo y las acciones del presidente Chávez son responsables del aumento en su costo. El fósforo y el potasio han subido debido a los subsidios del presidente Bush a la producción de etanol.
Pareciera existir una virtual alianza non sancta entre los presidentes Chávez y Bush para, a través del respaldo u oposición al neo-liberalismo y la globalización, desestabilizar y someter a los países que no producen petróleo o tienen que importar alimentos, como el nuestro. Tenemos que percatarnos de la gravedad del problema, de que viene de afuera, y que el mismo requiere, no paliativos, sino la toma de decisiones creativas y enérgicas, casi heroicas, que nos unan y no nos dividan y que superen para nosotros a la alianza non sancta.
El autor es empresario
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