NICANOR ALVARADO DIXON
nalvarado@laestrella.com.pa
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PANAMÁ. En el Gabinete de Gobierno, al parecer, no todos son amigos ni comparten las mismas ideas. Así lo demuestran los constantes roces públicos en lo que va de la gestión Martinelli.
La ministra de Trabajo, Alma Cortés, lidera la lista de pleitos. Primero con el vicepresidente y canciller Juan Carlos Varela y luego con su viceministro Luis Ernesto Carles.
Sin embargo, las diferencias también cuadran a los ministros José Raúl Mulino (Seguridad) y Roxana Méndez (Gobierno); y a Demetrio Papadimitriu (Presidencia) con Alberto Vallarino (Economía y Finanzas).
¿Se trata de pugnas personales o partidistas? ¿Pueden afectar la percepción popular y el ritmo de gestión del equipo de Martinelli?
La ministra de Trabajo, Alma Cortés, lidera la lista de pleitos. Primero con el vicepresidente y canciller Juan Carlos Varela y luego con su viceministro Luis Ernesto Carles.
Sin embargo, las diferencias también cuadran a los ministros José Raúl Mulino (Seguridad) y Roxana Méndez (Gobierno); y a Demetrio Papadimitriu (Presidencia) con Alberto Vallarino (Economía y Finanzas).
¿Se trata de pugnas personales o partidistas? ¿Pueden afectar la percepción popular y el ritmo de gestión del equipo de Martinelli?
Como perros y gatos en el Gabinete de Martinelli
PANAMÁ. ¿Cómo un gobierno, cuyas figuras estelares se pelean como perros y gatos, podría cumplir al menos con sus principales metas?
Seguramente, para esa interrogante surgen muchas respuestas, cuya radicalización, neutralidad o indiferencia varía según la corriente o bandera política que abrace a quien la emita.
Al menos así ocurriría en Panamá, justo donde el calor de las diferencias políticas han rebasado los clásicos bandos oficialista y oposición, para colarse en la propia mesa del Ejecutivo y disparar cual hombre con rifle se tira a sí mismo.
Y si de ejemplos se trata, sobran. Sólo la semana pasada la ministra de Trabajo, Alma Cortés, reveló sin recato lo pobre de su relación con su viceministro, Luis Ernesto Carles. Este caso dejó al descubierto la magnitud de los roces entre los integrantes del gobierno ‘del cambio’.
Cortés, cuyo estilo de gestión ha sido comparado con el del presidente Ricardo Martinelli, en una entrevista de La Prensa calificó su vínculo con Carles ‘como un matrimonio que duerme en camas separadas’.
Y sin ejercer mayor freno a sus opiniones, poco después, en una intervención en la televisora RPC, dejó claro que lo que menos hacía su viceministro era trabajar, alegato que Carles no tardó en reprochar.
¿Qué originó ese pleito? Ambos funcionarios coinciden en que la explosión social en Bocas del Toro, tras la aprobación de la Ley 30, fue el detonante; sin embargo, difieren de un ‘qué’ preciso.
Cortés dice que su subalterno no quería seguir órdenes en la negociación de ese conflicto social; mientras que Carles apunta que su jefa le había destituido y trasladado personal encargado del diálogo en Changuinola, sin mas. Aunque recientemente ambos participaron de una actividad social juntos, y hasta abrazos y besos se dieron, ejercen sus funciones en mundos paralelos y responden directamente al presidente Martinelli.
LOS OTROS PLEITOS DE ALMA
Las contiendas de la ministra van más allá del quinto piso de la Plaza Edison, donde funcionan las oficinas del Mitradel. Alcanzan hasta al vicepresidente Juan Carlos Varela, justo de quien ella alega ‘no saber ni lo que hace’.
Sin embargo, la diferencia parece ser mutua, puesto que el también canciller aseveró que de ganar las elecciones presidenciales de 2014, ella no sería ministra. ‘Si Varela gana, yo veo muchos otros candidatos...’, respondió Cortés, sin dar mayores detalles.
LAS BATALLAS CONTINÚAN...
El incendio de una celda de la cárcel de menores y la posterior muerte de uno de los siete jóvenes quemados, revivió las disputas entre los ministros. El Ministerio de Gobierno —encargado del sistema carcelario— culpó de la tragedia a la Policía, amparada bajo el Ministerio de Seguridad.
En respuesta, José Raúl Mulino, jefe de la cartera de Seguridad, anunció el retiro de la fuerza policial de las cárceles ‘habiendo o no custodios’.
Poco después, Roxana Méndez, regente de Gobierno, replicó que la advertencia de Mulino ‘no era necesaria’, pues el retiro de los policías de la cárceles ya estaba conversado.
También, un asesor del Ministerio de Seguridad le reveló a este diario lo distinto de los mundos en los que viven Mulino y su viceministro Alejandro Garúz.
MÁS ASALTOS
Las disputas en el Ejecutivo ya se asemejan a una pelea de boxeo por su número de rounds. Poco antes de ese incidente, el ministro de Economía y Finanzas (MEF), Alberto Vallarino, molesto —una faceta suya poco conocida públicamente— amenazó al Presidente con renunciar si aprobaban la creación de la Autoridad Nacional de Titulación de Tierras. (Al final desistió, a solicitud del Presidente).
¿Por qué la amenaza de dimitir? Inicialmente, la discrepancia estaba entre el ministro de la Presidencia, Demetrio Papadimitriu, y Vallarino; Papadimitriu quería la nueva entidad bajo el paraguas de la Presidencia, mientras que el regente del MEF contemplaba transformarla en un tercer viceministerio.
Justo cuando Vallarino estaba de viaje, el ministro de Vivienda y Ordenamiento Territorial, Carlos Duboy, llevó el proyecto a la Asamblea, la cual lo aprobó con el nombre ANATI, y la amparó bajo el MIVIOT.
Curiosamente, todas esas diferencias se han dado entre ministros y viceministros que pertenecen a partidos diferentes de la nómina de Gobierno.
Eso —a juicio del analista político Ramón Jiménez Vélez— es un claro indicio de que los conflictos no son algo ‘ministerial’ sino partidista. ‘En una alianza hay partidos, y cada uno de ellos busca su espacio’, reseñó.
Jiménez Vélez resumió los roces gubernamentales en los partidos Cambio Democrático y Panameñista con esta expresión: ‘porque mientras uno piensa en compartir el Gobierno, el otro se fija en las elecciones de 2014’.
LOS RESULTADOS
Pero ¿qué efecto tienen estas diferencias en la opinión pública? ¿Afectan o no el ritmo y la capacidad de gestión del gobierno de Ricardo Martinelli?
Para el sociólogo Raúl Leis, ese tipo de peleas dejan consecuencias negativas en la población, puesto que da la impresión de un ‘resquebrajamiento de la alianza política’.
‘Esas divisiones dentro del gobierno le restan efectividad a su gestión (...) es fundamental la coherencia, la cohesión’, agregó.
Empero, Papadimitriu disiente de Leis. El también secretario del Consejo de Gabinete no cree que esas pugnas debiliten la percepción pública sobre la gestión de Martinelli, mas admite que significa un derroche de esfuerzos en temas personales.
Jiménez Vélez, por su parte, afirma que las diferencias se acentuarán y, por ende, harán efecto en la percepción pública, cuando los partidos políticos aliados cambien de directivas, que demanden más de la coalición.
Seguramente, para esa interrogante surgen muchas respuestas, cuya radicalización, neutralidad o indiferencia varía según la corriente o bandera política que abrace a quien la emita.
Al menos así ocurriría en Panamá, justo donde el calor de las diferencias políticas han rebasado los clásicos bandos oficialista y oposición, para colarse en la propia mesa del Ejecutivo y disparar cual hombre con rifle se tira a sí mismo.
Y si de ejemplos se trata, sobran. Sólo la semana pasada la ministra de Trabajo, Alma Cortés, reveló sin recato lo pobre de su relación con su viceministro, Luis Ernesto Carles. Este caso dejó al descubierto la magnitud de los roces entre los integrantes del gobierno ‘del cambio’.
Cortés, cuyo estilo de gestión ha sido comparado con el del presidente Ricardo Martinelli, en una entrevista de La Prensa calificó su vínculo con Carles ‘como un matrimonio que duerme en camas separadas’.
Y sin ejercer mayor freno a sus opiniones, poco después, en una intervención en la televisora RPC, dejó claro que lo que menos hacía su viceministro era trabajar, alegato que Carles no tardó en reprochar.
¿Qué originó ese pleito? Ambos funcionarios coinciden en que la explosión social en Bocas del Toro, tras la aprobación de la Ley 30, fue el detonante; sin embargo, difieren de un ‘qué’ preciso.
Cortés dice que su subalterno no quería seguir órdenes en la negociación de ese conflicto social; mientras que Carles apunta que su jefa le había destituido y trasladado personal encargado del diálogo en Changuinola, sin mas. Aunque recientemente ambos participaron de una actividad social juntos, y hasta abrazos y besos se dieron, ejercen sus funciones en mundos paralelos y responden directamente al presidente Martinelli.
LOS OTROS PLEITOS DE ALMA
Las contiendas de la ministra van más allá del quinto piso de la Plaza Edison, donde funcionan las oficinas del Mitradel. Alcanzan hasta al vicepresidente Juan Carlos Varela, justo de quien ella alega ‘no saber ni lo que hace’.
Sin embargo, la diferencia parece ser mutua, puesto que el también canciller aseveró que de ganar las elecciones presidenciales de 2014, ella no sería ministra. ‘Si Varela gana, yo veo muchos otros candidatos...’, respondió Cortés, sin dar mayores detalles.
LAS BATALLAS CONTINÚAN...
El incendio de una celda de la cárcel de menores y la posterior muerte de uno de los siete jóvenes quemados, revivió las disputas entre los ministros. El Ministerio de Gobierno —encargado del sistema carcelario— culpó de la tragedia a la Policía, amparada bajo el Ministerio de Seguridad.
En respuesta, José Raúl Mulino, jefe de la cartera de Seguridad, anunció el retiro de la fuerza policial de las cárceles ‘habiendo o no custodios’.
Poco después, Roxana Méndez, regente de Gobierno, replicó que la advertencia de Mulino ‘no era necesaria’, pues el retiro de los policías de la cárceles ya estaba conversado.
También, un asesor del Ministerio de Seguridad le reveló a este diario lo distinto de los mundos en los que viven Mulino y su viceministro Alejandro Garúz.
MÁS ASALTOS
Las disputas en el Ejecutivo ya se asemejan a una pelea de boxeo por su número de rounds. Poco antes de ese incidente, el ministro de Economía y Finanzas (MEF), Alberto Vallarino, molesto —una faceta suya poco conocida públicamente— amenazó al Presidente con renunciar si aprobaban la creación de la Autoridad Nacional de Titulación de Tierras. (Al final desistió, a solicitud del Presidente).
¿Por qué la amenaza de dimitir? Inicialmente, la discrepancia estaba entre el ministro de la Presidencia, Demetrio Papadimitriu, y Vallarino; Papadimitriu quería la nueva entidad bajo el paraguas de la Presidencia, mientras que el regente del MEF contemplaba transformarla en un tercer viceministerio.
Justo cuando Vallarino estaba de viaje, el ministro de Vivienda y Ordenamiento Territorial, Carlos Duboy, llevó el proyecto a la Asamblea, la cual lo aprobó con el nombre ANATI, y la amparó bajo el MIVIOT.
Curiosamente, todas esas diferencias se han dado entre ministros y viceministros que pertenecen a partidos diferentes de la nómina de Gobierno.
Eso —a juicio del analista político Ramón Jiménez Vélez— es un claro indicio de que los conflictos no son algo ‘ministerial’ sino partidista. ‘En una alianza hay partidos, y cada uno de ellos busca su espacio’, reseñó.
Jiménez Vélez resumió los roces gubernamentales en los partidos Cambio Democrático y Panameñista con esta expresión: ‘porque mientras uno piensa en compartir el Gobierno, el otro se fija en las elecciones de 2014’.
LOS RESULTADOS
Pero ¿qué efecto tienen estas diferencias en la opinión pública? ¿Afectan o no el ritmo y la capacidad de gestión del gobierno de Ricardo Martinelli?
Para el sociólogo Raúl Leis, ese tipo de peleas dejan consecuencias negativas en la población, puesto que da la impresión de un ‘resquebrajamiento de la alianza política’.
‘Esas divisiones dentro del gobierno le restan efectividad a su gestión (...) es fundamental la coherencia, la cohesión’, agregó.
Empero, Papadimitriu disiente de Leis. El también secretario del Consejo de Gabinete no cree que esas pugnas debiliten la percepción pública sobre la gestión de Martinelli, mas admite que significa un derroche de esfuerzos en temas personales.
Jiménez Vélez, por su parte, afirma que las diferencias se acentuarán y, por ende, harán efecto en la percepción pública, cuando los partidos políticos aliados cambien de directivas, que demanden más de la coalición.
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