Monday, December 1, 2008

Dilema del biocombustible



ORLANDO CARPINTERO S.
ocarpintero@prensa.com

La carestía del precio del crudo que en julio pasado alcanzó su nivel máximo de $146.43 el barril, ha motivado aún más a que los países busquen alternativas energéticas para sus economías.

El desarrollo de los biocombustibles como energía renovable, sin embargo, ha generado un dilema entre aquellos que gustan de los biocombustibles porque contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a enfrentar el alza del precio del petróleo, y aquellos que disputan sus beneficios porque defienden la agricultura destinada a los alimentos. En Panamá, el tema de los biocombustibles no es nuevo, indica el consultor de Latin Consulting y ex ministro interino de Comercio e Industrias, Temístocles Rosas. El etanol producido a base de la caña es una alternativa que se ha estado barajando desde hace tiempo en los principales ingenios azucareros del país.

Lo que ocurre, señala Rosas, es que “el tema aquí no es la producción de bioenergía, sino la falta de legislación que permita el uso del etanol en los autos”. Por ejemplo, en Estados Unidos se permite una combinación de hasta 15% de etanol con gasolina.

En el caso de Panamá, también se pudiera combinar gasolina con etanol y hasta 15% porque, según explica Rosas, los automóviles que se comercializan en Panamá funcionarían sin problemas con esa mezcla.

Sin embargo, Rosas recalca que en Panamá, producir etanol debería tener más bien un objetivo de comercio internacional. El negocio está en que pueda ser comercializado en Estados Unidos, ya que el mercado panameño es muy pequeño para que aguante una inversión como esta, explica.

“Nuestras oportunidades están más en el biodiésel que se puede producir de la palma aceitera y que está dando buenos resultados en Honduras”, dice Rosas.

Alimento o energía

El caso del biocombustible a base de maíz es que “si se destina la producción hacia los biocombustibles, tendríamos que importar y por ende pondríamos en riesgo la seguridad alimentaria”, señala Rosas.

El maíz nos sirve para la alimentación del sector ganadero y si se destina a la producción de biocombustibles, efectivamente tendríamos escasez y por ende desabastecimiento, dijo.

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) pide una revisión de las políticas y los subsidios a los biocombustibles. Con ello, según el organismo, se garantiza la seguridad alimentaria mundial, protección a los campesinos pobres, promover desarrollo rural y asegurar la sostenibilidad ambiental.

“Los biocombustibles ofrecen oportunidades, pero también plantean riesgos. El resultado dependerá del contexto específico del país y de las políticas adoptadas, ya que las actuales tienden a favorecer a los productores de algunos países desarrollados frente a los de la mayoría de los países en desarrollo”, explica Jacques Diouf, director general de la FAO.

Para algunos, sin embargo, los biocombustibles fueron el principal factor que motivó el alza en el precio de los alimentos. En julio pasado, un informe del Banco Mundial obtenido por el diario británico The Guardian, estimaba que 15% del alza de los precios de los alimentos provenía del aumento del costo de la energía y los fertilizantes, mientras que 75% fue causado por los biocombustibles.

Cuidado con desviar fondos de alimentos

Según el reporte del Banco Mundial publicado por el diario The Guardian, en julio pasado, la producción de biocombustibles distorsionó los mercados de alimentos de tres maneras.

La primera es que desvió granos fuera de los alimentos considerando que un tercio de la producción de maíz de Estados Unidos se destina a producir etanol y cerca de la mitad de los aceites de vegetales hacia el biodiésel.

En segundo y tercer lugar, los agricultores fueron motivados a destinar tierras para los biocombustibles, mientras que las expectativas fomentaron una especulación financiera alrededor de los granos.

La participación de Centroamérica en este negocio es tenue, la gran mayoría de los países del área cuenta con plantas de producción para autoconsumo.

Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el desarrollo de los biocombustibles en las Américas debe ser entendido dentro del contexto global de las tendencias de producción y de consumo de energía.

De hecho, “hemos financiado varias destilerías para la producción de etanol. Además estamos revisando otros proyectos de producción de etanol y biodiésel en Brasil y varios otros países de Latinoamérica y el Caribe, ya sea a partir de la caña u otros insumos, pero por el momento solo se han aprobado proyectos de producción de biocombustibles en Brasil”, dijo Arnaldo Vieira de Carvalho, especialista en Energia Sostenible del BID.

Con referencia al posible conflicto con los alimentos, dijo Vieira, el “banco hace un análisis de cada proyecto y no se ha verificado ningún impacto negativo en los proyectos que fueron presentados hasta el momento”. En fin, algunos de los proyectos de biocombustibles son sostenibles y otros no lo son.

Sin requerir subvenciones

POTENCIAL.

Panamá tiene buenas oportunidades para desarrollar el biodiesel y el etanol. Hay suficiente tierra para soportar un aumento de producción, pero se requiere de incentivos, afirma Tesmístocles Rosas, Consultor de Latin Consulting. Especialistas, del BID, coinciden y apuntan que Panamá tiene las condiciones ideales para producir, exportar y consumir biocombustibles de forma económica, competitiva y limpia, sin la necesidad de subsidios.

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