NUEVA DELHI, India (DPA).- El nuevo presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, parecía sincero en sus esfuerzos por relajar las difíciles relaciones con la archienemiga India. Pocas semanas antes de los atentados en Bombay fue noticia al proclamar que su país jamás sería "el primero" en usar armas atómicas en caso de un conflicto.
Pero los ataques en Bombay han vuelto a poner en una grave situación las relaciones entre las dos potencias nucleares, con consecuencias probablemente peligrosas para Afganistán y para Occidente, en vista de que los militares paquistaníes ya han cuestionado la lucha antiterrorista.
El gobierno indio ha sufrido duras críticas por los ataques de Bombay. Es probable que la presión por las elecciones generales de mayo haya llevado a Nueva Delhi a hacer responsable a "elementos de Pakistán" de los hechos mientras se producían, de manera demasiado apresurada en opinión de los paquistaníes.
Pero hoy los diarios indios informan que un terrorista detenido confesó en el interrogatorio haberse entrenado en Pakistán, en un campamento del grupo radical islámico Lashkar-e-Toiba. Como respuesta, la policía paquistaní afirmó que en el supuesto pueblo natal del terrorista no hay nadie desaparecido con ese nombre.
El periódico paquistaní "The Nation" criticó las acusaciones: "Para salvar su pellejo, el gobierno del Partido del Congreso indio practica el ruido de sables".
"Si no se impone de nuevo el sano juicio en Nueva Delhi, los Ejércitos de ambos países pueden estar dentro de unos días de nuevo frente a frente en una confrontación", advierte el medio conservador.
No ayudó a calmar los ánimos que el Ministerio del Exterior indio convocara al embajador paquistaní para presentar -según los medios- una protesta formal.
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