La administración Bush está dejando tras de sí tanta conmoción y resentimiento alrededor del mundo que el presidente electo Barack Obama pudiera sentirse tentado a posponer el manejo de las relaciones sumamente agrias de Estados Unidos con América Latina.
Ese enfoque sería miope. Existe una oportunidad única de mejorar los lazos con una región que comparte intereses y valores clave con Estados Unidos. Además, dado el mal grado de las relaciones actualmente, no hará falta mucho más que buen juicio y prudencia para lograr progreso.
Para empezar, la administración Obama podría ganar muchísima buena voluntad si da su apoyo a más ayuda, en su mayoría proveniente del Fondo Monetario Internacional, para países latinoamericanos que fueron arrollados por el sobrecalentamiento financiero.
Más que nada, los dirigentes de América Latina quieren saber que Washington está listo para hablar con seriedad en vez de meramente sermonear con respecto a temas de importancia, incluido el narcotráfico, la política de energía, la integración económica y la inmigración.
Con Fidel Castro casi fuera, Washington podría estar poniendo a prueba las intenciones de la nueva dirigencia cubana. Nosotros creemos que la mejor forma de hacerlo está en levantar el embargo económico. Este les ha dado a Castro y sus allegados una incesante excusa para sus fracasos y fechorías.
Durante la campaña, Obama infortunadamente accedió al incorrecto, aunque políticamente conveniente, postulado en el sentido de que el embargo le da influencia a Estados Unidos. Para buena fortuna, él también dijo que lanzaría el proceso para recomprometer a La Habana así como abrir Cuba a los vientos del cambio levantando restricciones sobre los viajes y remesas a la isla. Además, debería hacerlo rápidamente.
El descenso en los precios del crudo, aunado a la menguante estatura del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, también facilitará la tarea de Obama.
No tenemos paciencia para los modos corruptos y autocráticos de Chávez. Sin embargo, la administración Bush causó un gran daño a la credibilidad estadounidense a lo largo de buena parte de la región cuando dio su bendición a lo que terminó siendo un fallido golpe de Estado en contra de Chávez. El descenso de Chávez también presenta algunos nuevos desafíos. Las finanzas de Cuba y de Argentina, así como Nicaragua y Honduras, podrían deteriorarse rápidamente si Venezuela decide reducir sus entregas de petróleo barato y millones de dólares en ayuda. Washington debe estar preparado para brindar ayuda, sea con su propia ayuda o reuniendo el apoyo de prestamistas internacionales.
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