Monday, November 24, 2008

¿A quién se culpará?


José Brechner

Es inevitable que todo gobierno nuevo reciba todo lo que dejó el que se fue, siendo habitual entre la progresía, que se le eche la culpa de lo malo al saliente, y si las cosas no empiezan a mejorar al ritmo esperado, suelen cantar el tango de las penurias durante años, acusando a los otros de sus propios errores.

Fidel Castro sigue culpando de sus males a Estados Unidos debido al bloqueo económico, por más que Cuba tenga 160 países adicionales para hacer negocios. Los palestinos endilgan su pobreza a Israel, aunque están rodeados de 700 millones de sus “hermanos” árabes, y reciben miles de millones de dólares de generosos donantes. De igual manera, los izquierdistas latinoamericanos atribuyen a los liberales la miseria que ellos mismos están creando.

Barack Obama recibirá una economía débil, y como demuestran los índices bursátiles que siguen en descenso, pese a que un cambio de gobierno por regla general debería ser alentador, la situación no mejorará, a menos que el flamante Presidente “cambie” las promesas que hizo durante su campaña electoral y se vuelque al centro.

Cuando las economías empiezan a colapsar, la guerra se convierte en una contingencia más cercana, ya que los enemigos de los que se empobrecieron se envalentonan para atacar, al considerar a sus contrincantes menos aptos para defenderse.

Estados Unidos está en guerra y Obama prometió terminarla trayendo a casa a los soldados desplazados en Irak. Sin embargo, al mismo tiempo dijo que aumentaría las tropas en Afganistán.

Poniendo las cosas claras, guerra va a haber con o sin los republicanos en el poder, y lo más seguro es que los conflictos en otros frentes aumenten en vez de disminuir.

Para darle la bienvenida a la Casa Blanca, Rusia empezó a desplegar misiles en Kaliningrado, región aislada del resto del territorio ruso que colinda al norte con Lituania y al sur con Polonia. Esa es su respuesta a los misiles que Estados Unidos intenta colocar en la República Checa y Polonia, para defender a Europa de Irán.

El escenario en progreso es que Rusia seguirá acercándose y proveyendo armamento a todo aquél considerado enemigo de Estados Unidos.

La izquierda estadounidense, así como la extrema derecha, tiene como chivo expiatorio a Israel, y Obama presionará hasta el límite al Estado judío para que ceda posiciones a favor de los árabes. Entre sus asesores hay antisionistas y antisemitas de la talla de Zbigniew Brzezinski, que podrían llevar a un sensible deterioro o resquebrajamiento de las relaciones entre Israel y Estados Unidos.

Sin haber siquiera designado un secretario de Estado, el electo Presidente anunció que apoya el plan saudí para que Israel se repliegue a las fronteras de 1949, a cambio de su reconocimiento como nación por los árabes, lo que implica despojarlo de su pasado histórico, cultural y religioso, porque tendrían que abandonar Jerusalén; el Muro de los Lamentos, Judea, Samaria, y el Golán. Además se haría el trasplante de millones de árabes a la zona, que alegarían ser descendientes de palestinos. En resumen, la llamada “iniciativa saudita” acorralaría y destruiría Israel.

En lo interno, Obama se encontrará un país dividido ideológicamente como nunca antes, lo que puede ocasionar enfrentamientos raciales. En su momento, frente a la crítica que surja contra el nuevo gobernante, los líderes de la progresía podrían acusar a los adversarios del Presidente de racistas, y desencadenar la violencia, como sucedió en el caso del célebre Rodney King, que sirvió de excusa para convertir a Los Ángeles en una gran fogata.

Me gustaría compartir la esperanza de varios amigos que ven en Barack Obama un cambio positivo. Desgraciadamente, desde Jimmy Carter, no hubo un Presidente tan radical, inexperto y poco confiable.

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