HERMES SUCRE SERRANO
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En la República del Congo (RDC) hay dos cosas que se pierden diariamente: la sangre inocente y la esperanza. La guerra amenaza con degenerar en una catástrofe humana, ante la indiferencia del mundo, que ve a África como una tierra lejana, sumida en los odios, la miseria y penurias de toda clase.
En medio de ese paisaje de sabana tenebrosa, el poeta Nicomedes Santa Cruz reparte -como un bálsamo- su canto de tierra herida:
“África ha sido la madre que pariera en un camastro al niño congo sin padre, que no desea padrasto. Todos piden que camine y lo parieron ayer. Otros que se elimine sin acabar de nacer”
El otro desastre
Según Amy Goodman, analista internacional, la guerra de la RDC es el conflicto más letal desde la Segunda Guerra Mundial. “Más de 5 millones de personas han muerto en los últimos 10 años, y no obstante sigue virtualmente sin ser tomado en cuenta y sin que se informe de ello en Estados Unidos”, afirmó Goodman en un artículo titulado Congo: la guerra invisible.
Recordó que después de apoyar a los aliados en la Segunda Guerra Mundial, el Congo (antiguo Zaire) obtuvo su independencia y en 1960 eligió a Patricio Lumumba, dirigente carismático y progresista. “Poco después fue asesinado en un complot que implicó a la CIA. Estados Unidos instaló y respaldó a Mobutu Sese Seko, que dominó tiránicamente y saqueó la nación durante más de 30 años. Desde su muerte, el Congo ha estado en guerra; de 1996 a 2002, provocada por las invasiones de los vecinos Ruanda y Uganda, y desde entonces el conflicto continúa”, agregó.
EL PRECIADO ‘COLTÁN’
La lucha por controlar el coltán puede considerarse como el detonante de la última guerra del Congo. El nombre de ‘coltán’ procede de la abreviatura de columbita y tantalita, minerales que contiene este tipo de roca. De estos minerales se extrae el tantalio y el niobio, utilizado en la diversidad de industrias de aparatos eléctricos, centrales atómicas, misiles, fibra óptica, aunque el grueso de la producción se destina a la elaboración de condensadores y otros accesorios de los teléfonos móviles. La RDC cuenta con el 80% de las reservas de coltán del mundo, por lo tanto, todas las miradas se han vuelto hacia esta nación africana. El mayor beneficiario del coltán congoleño durante la guerra fue Ruanda. La RDC también tiene otros recursos como cobalto, diamantes, petróleo, oro, plata, zinc, magnesio y uranio.
CRISIS
Amnistía Internacional advirtió que la situación podría degenerar en una “catástrofe humanitaria” si las tropas de la ONU, encargadas del mantenimiento de la paz, no reciben los esfuerzos necesarios para proteger a la población civil. Amnistía informó que la crisis humanitaria y de derechos humanos se ha agravado en las últimas semanas, desde que el grupo Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), que lidera el general rebelde Laurent Nkunda, lanzó una nueva ofensiva contra las tropas del Gobierno.
A pesar de un acuerdo de paz firmado en enero de 2008, en Kivu septentrional, ha persistido el conflicto armado. Los combates enfrentan al ejército congoleño y el CNDP y a diversas milicias locales “mayi-mayi” y el grupo armado Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda.En un comunicado emitido por Cáritas se informa que los rebeldes ugandeses mataron a alrededor de 400 personas en Navidad.
“Los líderes mundiales deben ejercer presión sobre las partes en conflicto, especialmente el CNDP, así como sobre los gobiernos con influencia en ellas, en particular el de Ruanda, para que impidan que haya más víctimas civiles”, expresó Tawanda Hondora, director adjunto del programa Amnistía Internacional para África.
LOS MÁS VULNERABLES
Cáritas reveló que Alrededor de dos millones de personas han dejado sus hogares para huir de la violencia. Las mujeres, los niños, las niñas y los ancianos son los grupos más afectados.
La organización “Save the Children” reveló que hay miles de niños que duermen en las carreteras sin ningún tipo de refugio, sin agua ni comida y a merced de todo tipo de atrocidades. Las mujeres son víctimas de la explotación y de cruentos vejámenes sexuales.
En un artículo publicado por el diario La Jornada se pregunta: ¿Por qué un conflicto mil veces más sangriento que el de Irak o Afganistán no suscita el interés de la opinión pública en Estados Unidos o la Unión Europea? En medio de estos enredos étnicos, de intereses y abusos, padecen millones de civiles, que se aferran a la solidaridad mundial.
La pesadilla diaria de los civiles
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó que se ha verificado en el terreno que los grupos armados han reclutado alrededor de 30 mil niños y niñas para incorporarlos como combatientes, usarlos como espías o esclavos sexuales. Desde agosto de 2008, cuando comenzaron los primeros enfrentamientos, 250 mil personas han tenido que abandonar sus casas, de ellos un 60% son niños. Los desplazamientos de niños elevan los riesgos de sarampión, malnutrición y desintegración familiar, porque muchos de estos menores no volverán a ver a sus padres nunca más. Unicef señala que cada día mueren mil 200 personas por causas relacionadas directa o indirectamente con la guerra. Se han tenido que suspender las clases en muchas regiones, porque muchos colegios están siendo utilizados por refugiados y como cuarteles para tropas.
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