(18 de diciembre, 2008) La CEPAL estima que en 2009 el crecimiento de América Latina y el Caribe será de 1,9% y la tasa de desempleo aumentará desde el 7,5% en 2008 a un rango de entre 7,8% y 8,1% el próximo año, como consecuencia de la crisis internacional.
El ciclo de bonanza económica llega a su fin en 2008, cuando la región cumple seis años de crecimiento consecutivo. Este año el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó un 4,6%, según señala la CEPAL en su informe Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2008, presentado hoy por su Secretaria Ejecutiva, Alicia Bárcena.
Entre 2003 y 2008 mejoraron además los indicadores del mercado de trabajo y disminuyó la pobreza. En un contexto externo favorable, casi todos los países priorizaron los equilibrios macroeconómicos, y se generaron superávits en las cuentas externas y en las cuentas fiscales. Hoy la región está mejor preparada que en ocasiones anteriores para enfrentar una crisis, pero en ningún caso es inmune.
La situación se podría explicar diciendo que las economías de América Latina y el Caribe están en 2008 "volando como un planeador", sustentadas en el impulso de años anteriores. Los motores del crecimiento se apagaron y no se sabe cuándo se volverán a encender, o cómo será el aterrizaje.
En relación al mercado laboral, se espera además que aumente el empleo informal. Por otro lado, se prevé una marcada baja de la inflación, que podría caer desde 8,5% este año a alrededor de 6% en 2009.
Efectos de la crisis
Según la CEPAL, la crisis internacional está impactando a América Latina y el Caribe a través de dos canales principales: el real y el financiero.
En el canal real ya se verifica una desaceleración de las exportaciones, especialmente de aquellos países más ligados a las economías desarrolladas en recesión, como México y algunas naciones centroamericanas. La caída en el precio de los productos básicos, sobre todo el petróleo, metales y alimentos, afectará los términos de intercambio de la región. Si bien éstos continuaron mejorando durante 2008, empeorarán en 2009.
Otro efecto es la reducción de las remesas de los trabajadores, de significativa relevancia para las economías de algunos países caribeños y centroamericanos. Además, la disminución en el turismo provocará otra caída de sus ingresos.
Finalmente, se proyecta una caída de los flujos de inversión extranjera directa.
Con respecto al canal financiero, aumentó el costo del crédito externo, tanto para las empresas privadas como para la deuda soberana, y se aprecia una disminución muy brusca de la disponibilidad de financiamiento internacional. Ambos efectos ya han provocado fuertes depreciaciones de las monedas locales en varios países lo que, si bien favorece la competitividad, trae aparejada desequilibrios las hojas de balance de los endeudados en dólares y frenaría el descenso de la inflación.
En el Balance preliminar , la CEPAL teme que la crisis tenga un negativo impacto distributivo ya que el mencionado aumento del desempleo y el crecimiento de la informalidad laboral afectarían sobre manera a los hogares de más bajos ingresos y aquellos liderados por mujeres.
Recomendaciones
La profundidad y duración de la crisis aún son inciertas y dependen de la efectividad que tengan las medidas de estímulo de la demanda y de la vuelta a la normalidad de los mercados de crédito de las economías desarrolladas.
Para enfrentar problemas globales se requieren soluciones coordinadas, postula la CEPAL. En este sentido, el impulso a la demanda debe provenir no sólo de los países desarrollados sino también del mundo en desarrollo y es necesaria una mayor integración y coordinación regional de las políticas macroeconómicas de los países. Para muchos países resulta imprescindible contar con la provisión de los recursos adecuados para financiar la implementación de políticas contracíclicas por parte de los organismos internacionales.
Además, se debe potenciar el comercio intrarregional y la integración en el sentido más amplio posible. Asimismo, la CEPAL considera importante avanzar hacia el establecimiento de una nueva arquitectura financiera internacional y hacia un rol más activo de los organismos crediticios regionales, los que deben proveer la liquidez necesaria para poder financiar todos estos esfuerzos.
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