Wednesday, March 16, 2011

Londres-Panamá, la ruta secreta de los cables

Santiago Fascetto
PA-DIGITAL

Tras bajar en la estación del Metro Goodge Street, y caminar varias cuadras, Panamá América llegó a una de las oficinas de Wikileaks en Londres.
- ¿Puede venir a Gran Bretaña?

- Claro, en una semana puedo estar allí.

- Lo esperamos.

- ¿Cómo los contacto una vez aterrizo en Londres?

- Nosotros lo hacemos.

El primer contacto entre Wikileaks y Panamá América ocurrió el 16 de febrero pasado a través de un correo electrónico. El texto sólo indicaba que la organización que lidera Julian Assange tenía documentos de trascendencia política para Panamá y que la comunicación tenía por objetivo analizar la posibilidad de cooperar para difundir los documentos sobre el país.

Los “documentos” no son sólo documentos. Wikileaks logró obtener más de 250 mil cables diplomáticos que las embajadas de Estados Unidos alrededor del mundo enviaron a la Secretaría de Estado entre 2004 y 2010.

Para lograr la mayor difusión posible, la organización firmó acuerdos con los principales diarios del mundo: The New York Time(EEUU), El País (España), The Guardian (Gran Bretaña), Le Monde (Francia) y el semanario alemán Der Spiegel.Estos medios comenzaron a publicar los cables entregados en 2010.

Pero había más: en una segunda etapa, la organización –actualmente con sede en Gran Bretaña- comenzó a contactar a los medios de América Latina para entregar los cables locales.

Tras el correo electrónico inicial, y la respuesta manifestando el interés de este diario en los cables, una persona de la organización solicitó que se instale un sistema encriptado de comunicación para continuar la charla. Nada quedaba librado al azar. Cada paso de Wikileaks estaba calculado.

-Tenemos cables diplomáticos de Panamá ¿Les interesan?

- Claro, cómo puedo acceder a ellos.

- Debe venir a Londres a buscarlos, es la única forma posible.

- No hay problema con el viaje, pero ¿qué pruebas tengo de que usted es parte de Wikileaks?

- Llame a otro medio a México que ya tiene los cables y pregunte sobre mí.

El sistema de comunicación encriptado emite un ruido y la comunicación se corta. Del otro lado, un miembro de Wikileaks –sólo identificado con un alias- interrumpe la comunicación.

Panamá América habló con un periodista de México y confirmó la veracidad del contacto. Compró un boleto y el 28 de febrero último a las 5 am.m. pisó suelo londinense.

El frío de Londres congela la respiración. Ubicado en un hotel de la zona de Paddington, este diario esperó, tras su llegada, un llamado de Wikileaks que podía llegar durante los días posteriores.

Sin embargo, pocas horas después, alrededor del mediodía, la persona de la organización que se contactó en un inicio volvió a utilizar el sistema encriptado de comunicación.

- Nos podemos ver a las 3:30 p.m. Apunte mi teléfono.

- Me parece bien, estaba esperando ¿Dónde nos vemos?

- Debe tomar varias líneas del metro, hacer unas conexiones y lo espero a la salida de la estación Goodge Street. Llevo jeans, pelo largo y un gorro negro.

- ¿Lo llamo cuando llego?

- Puede, pero desde un teléfono público.

Wikileaks, desde que comenzó en 2006 a filtrar información clasificada que los gobiernos preferían mantener lejos de la opinión pública, se convirtió en blanco de varios organismos de inteligencia. Por eso –dicen- toman precauciones al momento de organizar encuentros con la prensa o con gente ajena a su organización.

Diez minutos antes de la hora acordada para el encuentro Panamá Américaestaba en el lugar. Al rato, llegó la persona de contacto junto con una mujer hasta ese momento desconocida.

-Caminemos unas cuadras –pidió.

Tras andar unos 25 minutos por diferentes avenidas y calles, el miembro de la organización Wikileaks junto con su acompañante se detuvieron en el pórtico de un edificio antiguo.

- Acá es, entremos –indicó

La pequeña oficina estaba casi vacía. Sólo unas mesas de color blanco, pocas sillas y varios cables con acceso a internet decoraban el lugar.

Tras firmar un acuerdo entre Wikileaks y Panamá América se comenzó con la entrega de la información. Los cientos de cables diplomáticos salidos desde Panamá, que Estados Unidos nunca pensó que verían la luz, fueron entregados en un pequeño dispositivo móvil.

Sin embargo, no se podía acceder a la documentación.

- La clave para acceder a los documentos será entregada una vez que se encuentre de nuevo en Panamá, más teniendo en cuenta que su vuelo de vuelta hace escala en Estados Unidos –avisó el contacto.

La reunión no duró más de 30 minutos. El nombre de Julian Assange salió en un momento de la conversación, pero tener acceso al fundador de la organización no fue posible. Assange se encontraba ocupado en resolver sus asuntos con la justicia de Suecia.

- Entonces, ¿cuando llegó a Panamá me dan las claves?

- Así es, recién cuando pise suelo de su país.

No hay mucho más que conversar. Afuera, el sol se va debilitando y la neblina empieza a cubrir Londres.

El dispositivo con los cientos de cables diplomáticos descansa en el bolsillo del pantalón. Unos pasos por la calle vacía, de vuelta en el Metro, y finalmente de nuevo en el hotel.

El 4 de marzo pasado, Panamá América pisó tierra panameña.

48 horas después, una lista interminable de cables confidenciales y secretos empiezan a bajar desde el dispositivo móvil a la computadora.

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