Wednesday, October 24, 2012

Tranques cuestan más de $25 millones mensuales


Este es el impacto sobre la industria y el comercio de Panamá y San Miguelito, según una encuesta realizada por la Cciap

Los tranques de la ciudad de Panamá le están costando cerca de un millón de dólares por día a la industria manufacturera y el sector comercial de los distritos Panamá y San Miguelito, según los datos que maneja la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (Cciap).

La información deriva de una encuesta realizada recientemente a un grupo de empresas que forman parte de este gremio y de unas proyecciones realizadas por el director de Asuntos Económicos de la Cciap, Manuel Ferreira, basadas en un análisis que se concentró en las actividades industriales y comerciales al por mayor y al por menor registradas en el primer semestre de 2012 en estos dos distritos metropolitanos.

El costo aproximado de los tranques para estas empresas “mensualmente es de $25,7 millones. Lo que representa para el primer semestre aproximadamente $154,5 millones. Estos costos incluyen compra de nuevos equipos (camiones y motos), aumentos del gasto de combustible, contratación de personal adicional, horas extras (incluye horario nocturno) y gastos en uso de corredores, entre otros”, precisó el economista.

Cálculos hechos por otros economistas para Capital Financiero sobre el impacto de los tranques en la productividad nacional plantean un rango similar: Estiman que la pérdida de productividad de la economía por las ineficiencias actuales del transporte terrestre oscilaría entre $200 millones y $400 millones por año.

El 81% de las empresas encuestadas en este último sondeo empresarial de la Cciap manifestaron que habían tenido incrementos importantes en sus costos operativos logísticos producto del embotellamiento vehicular.

Es que, como era de esperarse, los tranques han generado retrasos en las entregas, aumentos del gasto en combustible y de operaciones, atención de menos clientes y quejas de clientes locales e internacionales.

El impacto se concentra mayormente en una disminución de un 21% en los repartos que realizan las empresas y un aumento en la compra de camiones por el orden del 70%.

Las 46 empresas encuestadas hacían, en promedio, 19 repartos por día hace dos años, pero hoy están haciendo 15.
“En promedio, a los empresarios les había aumentado su costo de logística y distribución en $5.416 al mes. Cuando eso lo extrapolamos a las empresas que operan en Panamá y San Miguelito, estamos hablando de un incremento de $25,7 millones mensuales y eso por supuesto también crea inflación”, comentó Jorge García, presidente de la Comisión de Transporte de la Cciap.

Al ser consultadas sobre las medidas que han tomado para enfrentar este problema, las respuestas más frecuentes que dieron las empresas fueron “contratar más personal”, “nuevos horarios de entrega de mercancía”, “subcontratación de servicios de entrega”, “uso de corredores”, “ajustes en los horarios del personal”, “aumento de la flota de transporte”, “uso de nuevas rutas” y “compras de motos para mensajería” (Ver recuadro: Casos de empresas…).
Más de dos horas perdidas
Pero el embotellamiento vehicular que mantiene atascada a la ciudad de Panamá, producto de la confluencia de múltiples factores (desarrollo de la Línea 1 del Metro, ejecución simultánea de las obras para el reordenamiento vial y el saneamiento de la Bahía, aumento del parque vehicular en 40.000 unidades por año sin que se eleve en forma proporcional la red vial disponible, etcétera), no tiene solo un impacto económico sino emocional y psicológico.

Y no es para menos. Los panameños invierten más tiempo en llegar a sus trabajos y retornar a sus hogares que los empleados de cualquier otro país centroamericano, según una encuesta realizada por Dichter & Neira (D&N) en 2011.
En promedio, los trabajadores metropolitanos de Centroamérica emplean 1,7 horas para retornar a sus hogares después de la jornada laboral cada día, pero los metropolitanos de Panamá emplean 2,2 horas (Ver gráfica: Horas de transporte promedio).

“Si más de dos horas diarias es el promedio, en algunos casos extremos, como trabajadores del lado Oeste particularmente, demoran mucho más. De igual forma sucede con aquellos que vienen de Cerro Azul y Pacora y de todo el sector Este, los cuales necesitan levantarse a las cuatro de la mañana, de lunes a viernes o a sábado”, comentó Leopoldo Neira, presidente de D&N.

Otro dato interesante: El bus es el transporte más utilizado por los metropolitanos de todos los países investigados. Pero el país de la región donde se usa más el carro propio para movilizarse al trabajo es Panamá.
Y esto, obviamente, guarda relación con la mala calidad o ineficiencia del transporte público (Ver gráfica: Medio de transporte que más utiliza).
Calidad de vida
D&N advierte que el impacto económico de los tranques va mucho más allá de restarle a la productividad promedio del país las horas perdidas por los cientos de miles de trabajadores que se mueven en la urbe cada día.

“El trabajador puede llegar todos los días temprano, independientemente de cuándo se haya levantado y tener una producción más pobre del equivalente a las horas perdidas en el transporte.  El cansancio laboral acumulativo, cuando degenera en Síndrome de Agotamiento Crónico (SAC), produce disminuciones físicas y psicológicas de incalculable pérdida personal, laboral, económica y social”, comenta.

Es que un sistema inmunológico disminuido puede degenerar en presión alta, úlceras, diabetes, obesidad o cáncer.  Y la merma psicológica conlleva falta de concentración, baja productividad, estrés laboral, hostilidad e incluso depresión.
Lo cierto es que una fuerza laboral con pobre calidad de vida no solo ralentiza la economía, sino que “contamina la integridad de la familia y al resto de la sociedad”, añadió Neira.

Desde esta perspectiva, lo que está en juego no es solo un problema de transporte público, sino la calidad de vida de la sociedad.

“Trabajadores que padecen del SAC, inician un círculo vicioso. Primero producen muy por debajo de lo que deben, segundo se enferman prematuramente y tercero comprometen los programas de seguridad social”, dijo.

Si a esto agregamos los resultados de otro estudio que D&N hizo este año sobre la salud y hábitos alimenticios entre los panameños este año, el escenario se agrava.

“Según esa encuesta, el 80% de los panameños tiene pobres hábitos. De no revertirse esta situación, el país marcha a tener una creciente población crónicamente enferma. Y no hay nada más caro que un enfermo crónico.  Es una cadena negativa ya iniciada, que se debe enfrentar empezando por el transporte y con una educación pública de mayor calidad que la actual”, opina.
Los tranques también generan una mayor ausencia de padres en el hogar y esto, a su vez, produce ruptura familiar, baja escolaridad de los hijos por falta de supervisión y una mayor propensión a la delincuencia. Así que el tema del transporte “es mucho más que tranques, y así lo deben entender el Estado y todos los panameños”, dijo.
Estresados
No es de extrañar que ante un escenario de caos vehicular como el actual, el número de consultas psicológicas de personas afectadas por estrés haya aumentado.

Capital Financiero intentó confirmar eso con la Asociación de Psicólogos de Panamá, pero los psicólogos consultados aclararon que no se llevan estadísticas de ese tipo de información. No obstante, ellos mismos revelaron que efectivamente eso está ocurriendo.

“Los casos de estrés sí han subido y las edades de personas que vienen a consulta por casos de estrés han bajado. Ahora hay incluso niños en edad escolar viniendo a consulta por eso, desde pequeños están estresados”, comentó Istmenia Pérez, psicóloga clínica del Hospital San Fernando.

Y eso tiene que ver, en parte, con que el niño ya no se levanta con el beso de una madre que le sirve el desayuno con calma y comienza su día compartiendo en familia un ambiente grato y relajado, sino que se levanta con el grito del padre o la madre que están estresados y corriendo para que no les agarre el tranque de la hora pico.

Pérez añade que efectivamente esta situación afecta los ambientes laborales, pero lo que más le preocupa es que afecta los ambientes familiares.

“La persona está llegando al trabajo o al colegio con un nivel de  estrés no habitual, y reacciona conforme a eso. Ha venido tocando bocina en la calle, ha perdido la paciencia y la cortesía, no quiere dar paso a nadie, responde de manera más hostil. Y luego esa misma carga negativa lo lleva a reaccionar mal en su trabajo o en su casa”

Ante todo lo anterior, sin duda, vale la pena ensayar nuevas alternativas para enfrentar el problema a corto, mediano y largo plazo, porque los tranques vehiculares seguirán siendo un rasgo distintivo de Panamá al menos en los próximos dos años, sobre todo si se toma en cuenta que las obras del reordenamiento vial no han avanzado tan rápido como originalmente se programó (Ver recuadro: Estatus del Reordenamiento…).

Además, una vez que estas obras culminen y la Línea 1 esté lista, aún queda mucho por hacer para lograr que esta urbe se mueva a la velocidad correcta.
Marianela Palacios Ramsbott
mpalacios@capital.com.pa
Capital Financiero

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