Hora Cero - Por Euclides M. Corro R.
En los medios informativos se maneja una información sobre la supuesta persona que está haciendo el gran negocio con la venta del asfalto al ministerio de Obras Públicas. Lo cierto es que sea quién sea no es relevante porque al fin y al cabo, siempre y cuando se haya ganado el contrato legalmente, lo importante es que la entidad haga correctamente el trabajo que le corresponde.
Reitero que no es importante la identidad del susodicho porque como suele ocurrir en Panamá, lo más seguro es que nunca nos enteraremos cuánto hay de cierto y cuanto no. Me quiero referir a la forma desorganizada e incorrecta como se está asfaltando las calles de la ciudad. Pareciera que lo trascendental es utilizar la mayor cantidad de asfalto por lo que presumo, que de aquí al 2014 hasta las aceras y las paredes de los edificios estarán forrados con este material.
Tengo razones para pensarlo. Las calles amanecen con una supuesta mejoría en su aspecto, aunque si usted tiene la oportunidad de meter su auto se dará cuenta que la colocación del asfalto está desnivelado y al final del cuento uno no sabe si eran mejor los huecos o tapar los mismos.
No puedo entender como la comunidad y las autoridades pueden permitir esta situación, sin que hasta el momento nadie diga algo. Lo peor es que dentro de un par de meses me imagino que el asfaltado se agrietará o se hará pedazos y nuevamente retornaremos a lo mismo; o sea, a seguir utilizando más asfalto y tendremos una interminable capa sobre capa.
Hay calles donde las tapas del alcantarillado han quedado hasta cinco pulgadas por encima de la capa asfáltica. De día no hay mayor problema porque los conductores arriesgando el pellejo pueden ir desquitando las mismas, pero en la noche no quiero imaginarme la cantidad de direcciones y amortiguadores de autos que se han echado a perder.
En pocas palabras, es bueno preguntarse que era mejor, si la enfermedad o el remedio. Así somos en Panamá, no falta el juega vivo ni las acciones que amparadas en cierto grado de influencia se producen sin el mayor sonrojo y sin pensar los perjuicios que se ocasionan.
Debo recordar los días en que el MOP en la administración de Pérez Balladares, utilizaba equipo de alta tecnología y personal especializado para realizar estos trabajos de noche y era impresionante la calidad del producto final.
Después vino la época de doña Mireya donde para asfaltar la Calle 50 tomó más de un año y en varios puntos es fácil detectar los desniveles y las ondas, como si uno estuviera en un "tinti bajo". La culpa no fue de ella hasta cierto punto, sino de los que tenían que vigilar por la realización de un buen trabajo.
Hoy día el MOP permite que de noche existan calles medio asfaltadas sin que exista ningún aviso que les sirva a los conductores de alerta para evitar un accidente. Después se tira la siguiente capa y es evidente que los dos paños no quedan al mismo nivel. Qué pena que el ministro de esa entidad no se haya preocupado para impedir este desastre.
Otro detalle es que pareciera que primero van a asfaltar toda la ciudad, y cuidado que sobrará material suficiente y de sobra para que en el interior del país las vías sean cubiertas con la negrura del alquitrán, antes de pintar las líneas blancas para que el conductor sepa que está en el carril correcto.
Con el mayor respeto hago un llamado a las autoridades de Obras Públicas para que completen el trabajo y a los jefes de la cuadrilla que vigilen que este desastre sea corregido para que al final todos nos beneficiemos; además del que está vendiendo el asfalto. Después habrá tiempo para lo demás. Créanme que no estamos exagerando.
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