Thursday, January 8, 2009

Guías para la pérdida de peso sin trucos

Por: Jane E. Brody
The New York Times News Service

No necesito ver un calendario o sentir las puntas de los dedos cual roca para saber que el primer día del año se está acercando rápidamente. Mi correo lo delata, repleto como está de copias de libros nuevos y reediciones sobre dietas.

Los editores consideran que enero es el mes ideal para estas obras, suponiendo que muchos estadounidenses, de por sí excedidos de peso, habrán sumado más centímetros y kilos desde el Día de Acción de Gracias, para luego hacer el propósito de perderlos cuando reciban el Año Nuevo.

Sin embargo, me alegra decir que se ha dado una enorme mejoría en años recientes en la cosecha de guías para perder peso.

En su mayoría han sido escritas por científicos investigadores que evitan los trucos o los planes aburridos y excesivamente restrictivos o de pérdida acelerada de peso, los cuales seguramente fracasarán.

Más bien, sus recomendaciones se fundamentan en estudios firmes y clínicos que han producido una mejor comprensión de lo que nos impulsa a consumir más calorías de las que necesitamos y en particular, más calorías del tipo equivocado de alimentos.

Estos autores no hacen milagros ni pueden dejarla lista para usar un bikini en el verano, pero sus enfoques pueden obrar maravillas para quienes están decididos a perder peso de manera permanente, incluso con límites de tiempo o presupuesto, o con una necesidad social u ocupacional de salir con frecuencia a comer en restaurantes.

ATENCIÓN AL CUERPO Y LA MENTE

Los avances fundamentados en el género de los libros de dietas empezaron hace cinco años con la publicación de El plan volumétrico para control de peso: Siéntase satisfecho con menos calorías (The Volumetrics Weight-Control Plan: Feel Full on Fewer Calories), escrito por Barbara J. Rolls y Robert A. Barnett (editorial Harper Collins).

Rolls, quien preside el Departamento de Ciencias de la Nutrición en la Universidad Estatal de Pensilvania, evitó planes dietéticos y más bien desarrolló un enfoque para la comida fundamentado en sus propios hallazgos a partir de numerosos estudios clínicos, en el sentido que la gente necesita cierto volumen o peso del alimento para sentirse satisfecha.

Con base en lo anterior, el plan “volumétrico”, descrito en un libro de seguimiento, El plan volumétrico de la comida: Técnicas y recetas para sentirse lleno con menos calorías (The Volumetrics Eating Plan: Techniques and Recipes for Feeling Full on Fewer Calories), hace énfasis en obtener más por menos: platillos como sopas, ensaladas, vegetales y fruta que, sobre una base diaria, son naturalmente de baja densidad calórica, ya que tienen un alto contenido de agua.

Pero, como sabe la mayoría de las personas que hace dieta, los hábitos alimenticios que conducen al aumento de peso, el fracaso para perder peso o una incapacidad para mantener la pérdida de peso son una cuestión tanto mental como corporal.

Si el hambre física fuera el único elemento que impulsara el consumo excesivo de comida, sería improbable que 60% de los estadounidenses estuvieran excedidos de peso.

Más bien, muchos de nosotros hemos perdido contacto con el hambre natural y las señales de saciedad, y comemos de manera excesiva en respuesta a indicaciones emocionales y externas.

Judith Beck, psicóloga y la directora del Instituto Beck de Terapia Cognitiva e Investigación, en Filadelfia, había pasado muchos años ayudando a que sus pacientes alcanzaran objetivos en la pérdida de peso, no a través de dietas en particular sino aprendiendo cómo pensar y comportarse de manera diferente con respecto a la comida y comer.

Sus dos recientes libros, La solución de la Dieta Beck y El libro de trabajo de la Dieta Beck para perder peso (The Beck Diet Solution and The Beck Diet Weight Loss Workbook, editorial Oxmoor House), se proponen entrenar de nuevo al cerebro. Beck le enseña a una persona con sobrepeso a que piense como una persona esbelta, con estrategias prácticas enfocadas a reducir el consumo de comida impulsado por las emociones y la tensión nerviosa.

Los lectores que buscan un enfoque más ligero aunque, aún así, fundamentado en la ciencia pudieran considerar el libro de 2006 Usted a dieta: Manual del propietario para el manejo de su cintura (You On a Diet: The Owner's Manual for Waist Management), escrito por Michael F. Roizen, de la Clínica de Cleveland, así como Mehmet C. Oz de la Universidad de Columbia (editorial Free Press).

Si bien los autores no son “médicos dietistas”, han concebido principios para controlar la cintura que se fundamentan en los hallazgos más recientes en torno al apetito, el metabolismo, la tentación y la biología de la grasa.

Al hacer énfasis en los beneficios médicos de perder unos centímetros y no solo kilos, estos médicos se enfocan más que la mayoría de los autores en la importancia del ejercicio para dar origen a un cuerpo que sea saludable, fuerte y atractivo.

Por supuesto, la epidemia moderna del sobrepeso y los adultos obesos no surgieron de la noche a la mañana; para mucha gente, los problemas de peso tienen su origen en la infancia.

El año pasado, David S. Ludwig, pediatra y endocrinólogo en el Hospital Infantil de Boston, acometió las bases de los problemas de Estados Unidos con el peso en Fin de la lucha alimenticia: Conduzca a sus hijos hasta un peso saludable en un mundo de comida rápida y comida falsa (Ending the Food Fight: Guide Your Children to a Healthy Weight in a Fast Food/Fake Food World, editorial Houghton Mifflin Harcourt).

Ludwig, cuya investigación se centra en cómo afecta la comida a las hormonas, el metabolismo y la regulación del peso corporal, ha publicado más de 75 artículos en revistas o diarios médicos o científicos.

Además, es el director fundador del programa Peso Óptimo de Por Vida, conocido como OWL (Optimal Weight for Life), en el Hospital Infantil. Su enfoque le da énfasis a la comida digerida y absorbida más lentamente que alimentos glicéricos como el pan blanco, arroz blanco, cereales altamente procesados y azúcares concentrados que causan un acelerado alimento de la glucosa en la sangre y dan lugar a una “montaña rusa” de la hormona del azúcar que impulsa el hambre.

No obstante, Ludwig reconoce que algunos alimentos de alto índice glicémico en el laboratorio, como las zanahorias, no tienen un efecto glicémico en el cuerpo cuando se consumen en cantidades normales.

A diferencia de la mayoría de las comidas rápidas y otras altamente procesadas, las comidas y bocadillos recomendaos por Ludwig son ricos en vegetales sin almidón, fruta, frijol, nueces, granos procesados al mínimo (como arroz y avena integrales), grasas enteras como aceite de oliva y aguacate, así como proteína, incluida la proteína vegetal.

DIETA INSTINTIVA

Quizá el enfoque más amplio sobre la comida como un efectivo control de peso se ofrece en un libro que será publicado el mes entrante por Workman, La dieta instintiva: Use sus cinco instintos alimentarios para perder peso y no recuperarlo (The Instinct Diet: Use Your Five Food Instincts to Lose Weight and Keep It Off), escrito por Susan B. Roberts y Betty Kelly Sargent.

Roberts es una catedrática de nutrición y psiquiatría por la Universidad Tufts en Boston, así como autora de casi 200 artículos publicados en diarios investigativos. Ella explica cómo los instintos naturales que llevamos dentro de nosotros para comer en respuesta al hambre, la disponibilidad, la densidad calórica la familiaridad y la variedad -que nos sirvieron bien en el periodo paleolítico (y hasta mediados del siglo XX)- han sido comprometidos por cambios en los tipos, cantidades y constancia los alimentos en el mundo moderno.

Estos cambios, a su vez, socavan la capacidad de mucha gente para mantener un peso normal.

El libro guía a los lectores a través de enfoques alternativos para cubrir las demandas de estos instintos en formas que puedan ser de ayuda para que ellos pierdan peso y, al mismo tiempo, adopten un plan de comida más integral, nutritiva y saludable, que puede ser adaptado al estilo de vida de cualquier persona.

Si bien la dieta instintiva resulta más bien prescriptiva durante las primeras dos semanas, ofrece un razonable número de opciones para adaptarse a diferentes gustos y horarios para las comidas.

Las siguientes seis de las ocho semanas del programa permiten que las personas a dieta adopten y adapten planes alimenticios que pueden dar como resultado una pérdida permanente de peso y mejorar la salud.

La dieta es alta en fibra saludable y exige un considerable consumo de agua y otras bebidas sin calorías o de bajo contenido calórico.

Al igual que con los prudentes enfoques para controlar el peso, Roberts insiste en hacer tres comidas diarias e intercalar bocadillos de fibra integral entre ellas, a fin de reducir el riesgo de caer en actos de glotonería e imprudentes elecciones alimenticias impulsadas por el hambre.

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