Wednesday, July 9, 2008

El terrorismo en Panamá

Ricardo Gutiérrez
opinion@prensa.com

Recientemente fue motivo de alegría la liberación de los rehenes que estuvieron en cautiverio por las FARC. Indescriptible la felicidad de quien pierde la libertad, la esperanza y la recupera. Da gusto ver cómo un país entero une sus esfuerzos para lograr erradicar un mal que ha cobrado la vida de miles de personas, ha destruido familias y le ha puesto un freno al desarrollo.

En Panamá algunos “terrogobernantes”, “terropolíticos” y “paraciviles” se han adueñado de nuestro país desde hace mucho tiempo. Se han registrado miles de víctimas, algunas fueron envenenadas mientras se le ofrecía salud, otras quemadas mientras viajaban en un autobús, otras han sido encerradas en prisiones esperando una justicia que es lenta y no llega y a cientos de miles más se les ha secuestrado la esperanza, el derecho a un trabajo digno, a la alimentación, a la salud y a la educación.

Esta nueva forma de terrorismo de “manos limpias”, rara vez tiene contacto con la sangre, y la mayoría de los ejecutores ni siquiera ve la cara de sus víctimas.

A diferencia de los terroristas convencionales, estos no solo no son perseguidos, sino que tampoco pesan sobre sus cabezas jugosas recompensas. Han patentado un ingenioso sistema de inmunidad en donde la justicia es incapaz de alcanzarlos, porque está diseñada para que la única manera en que puedan recibir castigo es que cometan algún acto suicida por el que se les juzgue y condene entre ellos.

Nuestros terroristas usan como principal arma de guerra la corrupción, el tráfico de influencias, la incapacidad, succionando el futuro y la esperanza de miles de panameños que nos preguntamos ¿hasta cuándo? Financiados por nuestros impuestos, han socavado nuestras más sólidas bases morales y éticas, dando un mal ejemplo a nuestra juventud, reclutando adeptos que han abandonado la creencia de que el esfuerzo, la preparación y perseverancia son los caminos que conducen al éxito, con el apoyo en valores familiares, éticos y morales.

Están ante nuestros ojos, robando nuestro futuro, nuestras esperanzas. Mientras tanto, los “paraciviles”, están convencidos de que la única manera de sobrevivir y progresar es pagar a los “terrogobernantes” y “terropolíticos” cuantiosas sumas de rescate para acceder a derechos que, por ley, les corresponden; sin saber que una vez que realizan el primer pago quedan automáticamente matriculados de por vida.

Siento que quejarse no resuelve los problemas, quizás reconocer los problemas sea el primer paso. No todo está perdido, hay funcionarios, políticos y ciudadanos con genuinos intereses de construir una patria mejor. Dios quiera que estas buenas intenciones logren sobrevivir y materializarse por encima de los mezquinos intereses de quienes tienen por bandera el oportunismo y juega vivo.

El autor es ingeniero y administrador de empresas

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