LUZ ETTRICK
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paradoja. Un barco maniobra para dejar mercancías, mientras al fondo la ciudad se mantiene igual.LAPRENSA/ Eric Batista |
Las reexportaciones desde la Zona Libre de Colón continúan con su frecuencia habitual, en los puertos el movimiento de contenedores es incesante, mientras que semanalmente los turistas desembarcan de los cruceros que llegan a la terminal del Puerto de Cruceros Colón 2000.
Durante 2009 la Zona Libre de Colón facturó 10 mil 600 millones de dólares en concepto de transacciones comerciales, según cifras extraoficiales de la Asociación de Usuarios.
Ese año el emporio comercial desembolsó unos 160 millones de dólares en pago de impuestos.
Todo eso suena bien. Pero al adentrarse al centro de la ciudad, cuesta asimilar que la provincia que aporta alrededor del 12% al producto interno bruto muestra un clima social no apto para propios ni extraños.
En sus extensas calles la pobreza, el desempleo, la inseguridad y la falta de salubridad siguen impactando a la mayoría de sus 200 mil habitantes.
Paradójicamente, el presupuesto de inversiones para Colón rebasó los 103 millones de dólares en 2009, y este año es de 135.4 millones de dólares.
De acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas, del total presupuestado para invertir en 2009 solo se ejecutó 56.8%, o sea, poco más de la mitad de los recursos aprobados para la construcción de proyectos que ayuden a mejorar la calidad de vida de los pobladores.
El colonense de a pie dice que allí está la respuesta del porqué la pobreza sigue escondiéndose en los mismos caserones de madera que se construyeron hace 40 años.
De la inversión estatal aprobada el año pasado para la construcción y remodelación de viviendas en Colón, es decir 11.6 millones de dólares, solo se ejecutó un 29%, según detalla el Ministerio de Economía y Finanzas.
Pobreza galopante
El reloj marca las 10:00 de la mañana de un día cualquiera, y en la esquina de la calle 10 y Bolívar pareciera que fuera un día feriado. Un grupo de parroquianos juega una partida de dominó en la plaza central, mientras se quejan de que no hay trabajo.
“No hay vacantes disponibles en ningún comercio”, dicen al tiempo que siguen revolviendo las fichas del dominó.
Este argumento, esbozado al aire sin mayores explicaciones, resulta difícil de creer en una ciudad que alberga las operaciones de la Zona Libre de Colón, donde operan unos 2 mil 500 comercios.
No conforme con esto, hay tres de los principales puertos del país, y parte de las oficinas del Canal de Panamá. Solo la vía interoceánica aporta anualmente 4 mil 753 millones de dólares a las arcas estatales.
El deprimente panorama laboral no sorprende al dirigente del Movimiento de Desempleados de Colón Carlos Best, quien se justifica alegando que cuando realizan los cierres de calle no es por capricho, sino porque “no hay empleos en la provincia”.
Asegura que todas las empresas que están instaladas en el lugar por lo regular contratan mano de obra proveniente de la ciudad capital.
“En ocasiones las empresas ponen a disposición un medio de transporte para que las personas vengan a trabajar a Colón. Lo que no entiendo es por qué no nos toman en cuenta”, se pregunta Best.
Actualmente existe un fondo que genera la Junta Asesora del Presidente para Asuntos de Colón (Japac), que pudiera ser una de las alternativas para conseguir empleo. A este fondo va un dólar del cobro de cada hoja de traspaso de la mercancía que se vende en la Zona Libre de Colón.
Este recurso es utilizado en estos momentos para pagarle el salario mínimo (325 dólares) a aproximadamente 900 personas que son contratadas para trabajar en entidades del Gobierno, principalmente en el Fondo de Inversión Social, institución que administra dicho fondo.
Luis Henríquez, director regional del FIS en Colón, dice desconocer la cifra exacta que genera el Japac, pero explica que mensualmente con este fondo se están pagando unos 300 mil dólares en planilla de salarios, fuera de las prestaciones laborales.
El tema del fondo es un asunto álgido y sumamente cuestionado por los gremios sindicalistas de la costa atlántica, porque aseguran que nunca ha sido divulgado “con exactitud” a la población.
En ese sentido, Hernández enfatizó que el dinero del Japac no alcanza, ya que la venta de las hojas de traspaso en la Zona Libre de Colón tiende a variar.
Inseguridad en las calles
A la falta de empleo que impera en la provincia de Colón se suman los altos niveles de inseguridad. En el lugar operan al menos 16 pandillas, es decir, una por cada calle que hay en esta ciudad.
Cualquier lugar ya se ha vuelto peligroso, y solo los valientes se atreven a vivir entre tanta violencia, afectando con ello el desarrollo comercial.
Ante esta realidad, los dueños de almacenes como El Maestro, El Punto Favorito y El Emperador, que tienen más de 10 años de estar instalados en la Avenida Bolívar, tratan de comercializar sus mercancías en una zona neutral.
George Ng, presidente de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de la provincia de Colón, dice que los empresarios se sienten desprotegidos por la falta de presencia policial.
Aporte empresarial
La imagen negativa que transmite la provincia de Colón, específicamente en el centro de la ciudad, no solo afecta las ventas de los almacenes que operan en cada una de las 16 calles que conforman la ciudad.
La secuela que esto deja también impacta en las operaciones de las empresas que mantienen un vínculo directo con sus clientes: las transnacionales.
Tal es el caso del home port y del puerto de cruceros Colón 2000, cuyos propietarios argumentan que no se le está sacando el provecho que amerita, ya que las personas prefieren quedarse en la ciudad de Panamá y viajar solamente a Colón el día que tienen que abordar el crucero, por temor a que les pase algo.
“La ciudad de Colón se ha convertido en un instrumento de entrada y salida del turista. El objetivo del home port es que los visitantes hagan compras y se hospeden en los hoteles de la capital, pero también queremos que inviertan en la provincia de Colón. Sin embargo, el tema de la inseguridad se ha convertido en una piedra en el camino, pues decepciona a los viajeros”, manifiesta Steven Tarazi, presidente de la empresa turística Aventuras 2000.
El empresario piensa que este es el momento indicado para que se cambie la imagen del Casco Antiguo del lugar, el ornato y las infraestructuras de la provincia de Colón.
Además, considera que es importante inculcarle a las nuevas generaciones la formación en turismo y enfatizar mucho más en el idioma inglés.
“Siempre se ha creído que los colonenses dominan el inglés como segunda lengua, pero en realidad es que hace falta más aprendizaje, ya que todos los domingos empleamos a unas 250 personas, ya sea en el home port o Colón 2000, y a veces no encontramos mano de obra calificada”, acota Tarazi.
Precisamente desde el home port se espera que este año zarpe unas 18 veces el crucero “Enchantment of the Seas” de Royal Caribbean Cruise Lines, en donde se embarcarán hasta 2 mil 100 pasajeros provenientes de todo el mundo. En Cartagena, Colombia, subirán otros 400 pasajeros.
En el caso de uno de los puertos más importantes de la provincia de Colón, Manzanillo International Terminal (MIT), ha invertido aproximadamente 5 millones de dólares en la ejecución de nueve programas de impacto social.
Nilda Quijano, directora de asuntos comunitarios de MIT, explica que es lamentable que Colón, que es una provincia que produce suficientes divisas, tenga que lidiar con una situación tan deprimente.
“Para mejorar esa imagen hemos construido aulas escolares, policlínicas, le damos mantenimiento a escuelas y empleado a unos 860 colonenses, sin contar los mil 200 empleos que indirectamente también se benefician en el puerto”, acotó.
Quijano, que maneja al dedillo los problemas sociales de la provincia, explicó que todo lo que producen las grandes empresas va al fondo común. Por lo tanto, le corresponde al Estado determinar el desarrollo de los pueblos con los recursos que recauda a través de los impuestos.
“Eso no quiere decir que las empresas dejen de continuar participando en los proyectos de responsabilidad social que tengan”.
Pero bajo la óptica de Giovanni Ferrari, presidente de la Asociación de Usuarios de la Zona Libre de Colón, la verdadera solución está en que el Estado elabore un plan maestro en donde cree una hoja de ruta para reformar todas las áreas sociales que integran la provincia de Colón. El dirigente sindical Carlos Best va más allá. Asegura que nunca ha visto resultados en la provincia a través de los programas de responsabilidad social empresarial.
Best confía en “ver algo de progreso” una vez se ejecute el presupuesto de 135.4 millones de dólares que se tiene contemplado invertir este año en la provincia de Colón.
Solo así ellos esperan que la riqueza de la provincia se distribuya mejor, y llegue a las capas más bajas que viven en el lugar.
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