Mónica Palm
Unidad de Investigaciónmpalm@prensa.comEl proyecto de la cinta costera es, hasta ahora, la única gran obra que se desarrolla frente a la bahía de Panamá. Eso podría cambiar.
El hotel Intercontinental Miramar pretende construir un edificio de hasta seis pisos, que estará adosado a sus actuales estructuras, que están construidas sobre dos pequeñas fincas privadas y una gran superficie de tierras que pertenecen a la Nación, y por las que Miramar Development Corp. paga un alquiler mensual de 488 dólares.
El proyecto es parte de un plan de mejoras que ha ideado la sociedad Miramar Development Corp., que preside Herman Bern, con una inversión de 15 millones de dólares.
La sociedad ya acordó con el Ministerio de Obras Públicas la ocupación de un área adicional de casi una hectárea para hacer estacionamientos, espacio que, de otra manera, sería integrado a la cinta costera. También se prevé la construcción de vías de acceso al lobby, la marina y el helipuerto del hotel, para mitigar las "afectaciones" que sufrirá el hotel, como parte de los trabajos de la cinta costera.
"La cinta costera atraviesa nuestros estacionamientos actuales, los cuales perderemos. Además, el área de la marina bajo concesión con la Autoridad Marítima, se reducirá", explicó Bern.
La concesión del espacio que ocuparán los estacionamientos está pendiente de aprobación por el Ministerio de Economía y Finanzas.
Otro edificio para la cinta costera
Desde hace 15 años, la sociedad Miramar Development Corp. –que construyó el hotel Intercontinental Miramar– ha extendido, poco a poco, sus tentáculos sobre la bahía de Panamá.
Primero, adquirió dos pequeñas fincas frente al mar, en Avenida Balboa, en abril de 1992, para construir el hotel y dos condominios. Por ambas pagó 1.5 millón de dólares.
Como en las fincas no cabía un proyecto de semejante magnitud –de hecho, construyó sin dejar retiros–, recurrió a los rellenos marinos. Para ello, obtuvo de la Autoridad Portuaria (hoy Autoridad Marítima de Panamá, AMP) una concesión de un área de playa y fondo de mar de 2.4 hectáreas, por las que actualmente paga el módico precio de dos centavos por metro cuadrado o, dicho de otra forma, 488 dólares mensuales.
El hotel abrió en 1997. Con el pasar de los años, sucedió que el espacio, otra vez, se le quedó pequeño. Y otra vez, Miramar Development Corp. pidió permiso para rellenar. Ahora quería 2.6 hectáreas extras de playa, ubicadas entre los condominios Miramar y el Club de Yates y Pesca.
Esta vez no consiguió el permiso. La Dirección de Catastro y Bienes Patrimoniales del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) rechazó la solicitud en agosto de 2003. Lo hizo, luego de que los ministerios de Obras Públicas y Vivienda, y el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan) advirtieran que ese relleno no era "viable", ya que el sitio era necesario para el proyecto de la cinta costera y el saneamiento de la bahía.
Pues ahora que la cinta costera es una realidad, resulta que Miramar Development, sin necesidad de rellenar más, podría haber conseguido los espacios que necesita para crecer, cortesía de la Nación.
Crecer en medio del caos
Bajo el argumento de que la cinta costera tendrá un impacto negativo en las operaciones del hotel y que, por tanto, tendrá que invertir en varias mejoras, el presidente de Miramar Development Corp., Herman Bern, pretende construir un edificio de hasta seis pisos, que estará adosado a las actuales estructuras del Intercontinental.
Según Bern, esta construcción sí es "viable" con la cinta costera.
El nuevo edificio ocupará el área donde está la puerta cochera (entrada) y los jardines frontales del hotel, utilizando parte de la concesión que Bern obtuvo de la AMP en 1993. Tendrá un atrium interior y habitaciones adicionales.
Las obras también contemplan mejoras a los salones de fiesta y al actual lobby, y la adición de tres ascensores y una escalera de emergencia.
Además se construirán unos 600 estacionamientos, la mitad de ellos soterrados y de uso privado; la otra mitad a nivel de calle, en parte de lo que supuestamente sería "área verde" de la cinta costera. También se prevé un túnel-cajón bajo la carretera para acceder a la marina y al helipuerto, así como accesos y salidas vehiculares desde la cinta costera al lobby del hotel.
La inversión total es de 15 millones de dólares. Si después el Estado desea que le devuelvan sus tierras, deberá indemnizar a Bern por lo que construya sobre ellas.
En esos mismos salones que el hotel ahora quiere ampliar, se celebró un agasajo, organizado por Miriam de Bern –dignataria de Miramar Development Corp.– para la precandidata presidencial del PRD Balbina Herrera, el jueves pasado. Hace poco, su hijo, José Bern, se inscribió en el PRD. Lo hizo para apoyar a Herrera, según un boletín de la oficina de la ex ministra.
Los esposos Bern no son personas ajenas al círculo de Martín Torrijos. Tan reciente como el mes pasado, el Presidente y la Primera Dama viajaron a la apartada comunidad rural de Canoa 1, en Coclé, para participar en la inauguración de una escuela patrocinada por la Fundación Bern.
Los acuerdos privados
El Ministerio de Obras Públicas (MOP) ya adquirió ciertos compromisos con Miramar Development Corp., para que estas obras –o parte de ellas– se materialicen.
Por ejemplo, en el pliego de cargos que sirvió de base para la licitación pública de la cinta costera –y que, por tanto, son de obligatorio cumplimiento– está que el MOP acordó con Miramar Development Corp. la construcción del túnel-cajón, de los carriles de acceso a la marina y al helipuerto, y del sótano de estacionamientos, que medirá una hectárea.
El acuerdo con el MOP no incluye la construcción de edificios nuevos. Bern le dijo a este diario que la idea surgió porque el hotel ya tiene 12 años y las remodelaciones son imperativas.
Lo que se quiere es que estas mejoras sean terminadas a la par que la cinta costera, que –según cálculos del MOP– estará lista en junio de 2009. Así está consignado en una carta que, el 4 de diciembre de 2007, Herman Bern le dirigió al ministro de Economía y Finanzas, Héctor Alexander, solicitando que se apuraran los permisos y autorizaciones necesarias. Once días después, la firma Galindo, Arias & López, en nombre de Bern, presentó una solicitud para la concesión de casi una hectárea de superficie, contigua al hotel
En su escrito a Alexander, la firma aseguró que el proyecto de su cliente "embellecerá el panorama que presenta la bahía de Panamá, todo ello en beneficio de la comunidad".
Los abogados le recordaron al ministro que la cinta costera "tiene un impacto y efectos tremendos que afectan directamente las instalaciones" de su cliente.
La autorización pendiente
El espacio solicitado al MEF es para construir los 600 estacionamientos. Para el nuevo edificio no se está utilizando "ningún área nueva", según Bern.
"Te enfatizo que el hotel Miramar pagará todos los costos que esto ocasione. Además, el área de la marina bajo concesión con AMP se reducirá por el área que ocupará la cinta costera", indicó.
No obstante, la concesión que Miramar Development Corp. obtuvo en 1993 debe ser "regularizada" por el MEF, ya que sobre parte de ella se construyeron áreas cerradas y de esparcimiento que nada tienen que ver con la marina que autorizó la AMP.
La "solicitud de regularización" de la actual concesión está pendiente de aprobación, por la Dirección de Catastro y Bienes Patrimoniales, desde septiembre de 2005.
Los abogados de Bern reiteraron el pedido de concesión el 14 de marzo pasado.
El director de Catastro, Mariano Quintero, dijo que el tema será analizado esta semana.
El ministro de Obras Públicas, Benjamín Colamarco, tiene una cita hoy, en la Comisión de Obras Públicas de la Asamblea, para explicar otro acuerdo privado que pactó su despacho como parte de la cinta costera, esta vez con el vecino del Intercontinental Miramar, el Club de Yates y Pesca.
Para Lina Vega, asesora del Centro de Incidencia Ambiental (Ciam), urge que el Gobierno revise la política de concesiones.
"Pareciera que Panamá sigue siendo un lugar de piratas, donde cada vez que se presenta una situación, siempre pierde el bien común frente a los intereses particulares. ¿Hasta cuando el Gobierno será cómplice de esta especie de baratillo en que están nuestras tierras?".
La letra muerta del contrato
Cuando Herman Bern decidió construir las torres y el hotel Intercontinental Miramar, en Avenida Balboa, lo hizo partiendo de dos fincas que, en conjunto, tienen una superficie de poco más de 4 mil 100 metros cuadrados. De esa cantidad, menos de 900 metros cuadrados corresponden a las tierras donde está construido el hotel. Para ganar espacio, acudió a la Autoridad Marítima de Panamá (AMP) –entonces denominada Autoridad Portuaria–. Con Jerry Salazar como director de la entidad, logró un contrato para la concesión de 24 mil 381 metros cuadrados: 7 mil 500 metros cuadrados de playa y 16 mil 881 metros cuadrados de área de mar. El acuerdo fue refrendado el 19 de octubre de 1993.
La duración del contrato era por 10 años, por lo que vencía en octubre de 2003. En ese momento, las mejoras construidas debían pasar al Estado. No fue así. El 14 de febrero de 2005 –año y medio después de su vencimiento– el contrato fue prorrogado, bajo el gobierno de Martín Torrijos. Esta extensión se dio, a pesar de que varias entidades –como el MOP, el Mivi y el Idaan– adelantaban los estudios para los proyectos de la cinta costera y del saneamiento de la bahía, que implican rellenos y trabajos, precisamente, en los espacios que ocupa Miramar Development Corp.
De hecho, el contrato que Bern pactó con Jerry Salazar señala que la Nación puede recuperar las áreas concesionadas, "por utilidad pública o interés social... para llevar a cabo obras del Estado". Sin embargo, nada ha sido removido. Cuando Herman Bern revisó el pliego de cargos de la licitación pública para el proyecto de la cinta costera, se quejó porque el documento no hacía referencias a las "afectaciones" al hotel y los condominios Miramar. El 16 de abril de 2007, le escribió al ministro de Obras Públicas, Benjamín Colamarco, para advertirle que si el tema no era incluido en el pliego de cargos, se vería obligado "a llevar el tema a la vía judicial". En el mes de mayo, el ministro Colamarco incluyó el túnel, los accesos y los estacionamientos para el Miramar, en una adenda al pliego de cargos.Siete meses después, Bern comunicó al Ministerio de Economía y Finanzas su intención de levantar la nueva edificación.