opinion@prensa.com
Todos, absolutamente todos, estamos convencidos de que la inflación está golpeando muy duramente, y que hay que hacer algo con los sueldos o ingresos para paliar la situación.
El Gobierno inició con un aumento que le viene fácil, ya que lo que reparte es dinero ajeno (tuyo y mío) y no tiene que preocuparse por su nivel de costos, no tiene que preocuparse por si los precios de sus productos sobrepasan la capacidad de sus compradores, no tiene que preocuparse por la competencia ni por la productividad y, mucho menos, tiene que producir utilidades para sobrevivir y progresar; sin embargo, estoy completamente de acuerdo con el aumento que el Gobierno decretó.
Los de Conato exigen un aumento general de salarios. Me parece que esta postura era de esperarse frente a la espiral inflacionaria que se vive, pero el problema está en los detalles.
Cuando me enteré que Conato iniciaba un ciclo de reuniones con el Conep sentí aliento… pensé que habría una negociación difícil, pero que al final se lograría un acuerdo beneficioso para toda la Nación; me desilusioné cuando Conato anunció que se retiraba de la negociación.
Es obvio que hay que crear una fórmula que produzca más dinero en el bolsillo de los empleados. También es bastante obvio que, aunque suene sencillo, un aumento general de salarios no es la solución sino que crea más problemas que los que resuelve. También es obvio que los bonos de comida, etc., son un buen paliativo, pero tampoco resuelven. Es igualmente obvio que lo preferible es una solución obrero–patronal negociada y no el buscar decretos gubernamentales.
¿Qué hacer? Como acostumbra decir un buen amigo, “no es fácil”; hay que ser creativos, analizar los ingredientes empresariales reales, pero a la vez ser solidarios.
Yo he dedicado muchos años de mi vida a este problema; he experimentado muchas soluciones a costo propio y finalmente he logrado una fórmula que funciona; quizás este sea un momento coyuntural para que se adopte en forma generalizada. La fórmula es la siguiente: toda empresa miembro indirectamente (a través de sus asociaciones) del Conep, podría comprometerse a lo siguiente:
1. A que el salario mínimo de la empresa sea lo que su nombre indica: el mínimo de lo que cuesta vivir. ¿Cómo se calcula? Se toma lo que le cuesta vivir a una familia típica de cinco personas, se divide entre el número promedio de sueldos por hogar… y el resultado, para que cuadre lo que cuesta vivir, es el salario mínimo real. El resultado va a ser mayor que el del mínimo legal establecido, pero como empresa nos comprometemos a pagar el mínimo real, lo cual representaría un aumento para los empleados de los niveles que más lo necesitan. Como gremio, debemos proponer variar la Ley para que el Salario Mínimo legal se revise cada año, así como debemos comprometernos a aceptar aumentos anuales que resuelvan el déficit entre lo legal y lo real en un máximo de cinco años.
2. Que revisaremos todos los niveles de sueldos de la empresa y los compararemos con la industria o negocio en que se agita, garantizando que los de nuestra empresa sean los mayores de su giro… o por lo menos iguales a los mayores; así se producirían otros aumentos racionales.
3. Luego, teniendo un buen nivel de salarios en la empresa, se debe iniciar un programa de participación en utilidades que, como mínimo, a) sea para todos los empleados, no solo para los ejecutivos; b) sea formal, anunciado antes de empezar el año, para que sea incentivo y no un regalo paternalista; c) que mensualmente se lleve el score, presentando a los empleados cifras transparentes de utilidades para que el sistema de participación sea incentivo de verdad; d) que se pague en un solo cheque, permitiendo a los empleados ahorro y capitalización.
En La Prensa el sistema de participación se llama fifty–fifty y (según mi memoria) llegó a representar hasta siete meses más de salario adicional, en el mismo año que significó un 100% de aumento en el dividendo a los accionistas.
4. Al Gobierno solo le tocaría promover una Ley de Incentivos para las empresas que registren un legítimo sistema de participación.
De esta forma los aumentos son racionales sin afectar la inflación, hay mayor productividad y competitividad, y la empresa cumple con su función social. Si la empresa va bien, los empleados realmente se benefician con considerables ingresos adicionales… y los accionistas también.
¿Habrá llegado la hora para dar este salto a la modernidad? Conep y Conato: ¡seamos participativos de verdad!