Wednesday, June 10, 2009

Comida orgánica, ¿salud o lujo?


STEFANY COHEN
scohen@prensa.com

La producción de alimentos orgánicos sigue la norma de “menos es más”. En este caso, a menor intervención -de fertilizantes, pesticidas, aditivos, conservantes y hormonas de crecimiento- más costo.

El administrador de la tienda de productos orgánicos Órganica, Alejandro Jaén, sostiene que no solo su producción es más costosa, sino también su mercado es más pequeño.

Para la doctora con especialización en nutrición Débora Grimaldo, esa diferencia en los precios no se sustenta, porque el valor nutricional entre los dos tipos de alimentos es insignificante. Por ello, considera, consumir estos productos es meramente un “lujo”.

No obstante, estos productos tienen sus defensores. La doctora quiropráctica Lilia Orillac alega que, al no contener pesticidas, se evitan, entre otras cosas, diferentes tipos de cáncer y la perturbación de hormonas de fertilidad.

Por su parte, opina Carlos Gómez, ingeniero forestal de la Autoridad Nacional del Ambiente, el uso de fertilizantes orgánicos benefician el ambiente, “pues no contaminan el agua ni los suelos”.

Lo que cuesta la ‘salud’

Año: 2009. Siglo: XXI. Ilustran los teorías del postmodernismo: en un mundo regido por la tecnocracia y la velocidad, el hombre se ve obligado a regresar a las prácticas más conservadoras. “Nuestra época no tiene nombre, es un post, un después. Se alimenta de su pasado, intentando capturar el presente”, describe la reportera española Carmela Ciriello. La frase “se alimenta” no podría ser más precisa, pues el postmodernismo también abarca la gastronomía.

Hoy se pueden usar hormonas para producir reses más grandes y pesticidas para proteger las frutas y verduras de los insectos.

Sin embargo, hay quienes consideran que esas prácticas ponen en juego el valor nutricional de los alimentos, por lo que prefieren consumir productos orgánicos, con una menor intervención humana en su preparación.

Los productos orgánicos son todos aquellos que crecen de manera natural: sin pesticidas, aditivos, hormonas o modificación genética. “Sin pesticidas o colorantes en exceso, los productos orgánicos protegen la salud del ser humano y preservan el ambiente”, explica Alejandro Jaén, administrador de la tienda Orgánica. Estos productos, sostiene, tienen un precio más elevado que los regulares, pues su “producción es más costosa y su mercado es más pequeño”.

Un frasco de aceite de oliva orgánico, por ejemplo, cuesta $9.99; uno regular del mismo tamaño cuesta $4.95. Un paquete de galletas de sal orgánico cuesta $3.95, mientras que unas regulares salen en $1.20.

La diferencia en los precios lleva a la pregunta: ¿estos productos son necesarios para la salud y la preservación del ambiente, o responden al lujo y a la tendencia?

Aunque la calidad del proceso de cultivación es superior, sostiene la médica con especialización en nutrición Débora Grimaldo, “el valor nutricional del producto orgánico es muy similar al del producto regular”.

La doctora quiropráctica Lilia Orillac difiere. Según alega, los pesticidas se asocian a diferentes tipos de cáncer y a la perturbación de hormonas de fertilidad.

No obstante, el Food Standards Agency (Agencia de Estándares Alimenticios) establece que “los productos convencionales y los orgánicos tienen que acatarse a los mismos requisitos legales de seguridad alimenticias”.

En cuanto al aspecto ecológico, “la agricultura orgánica produce externalidades positivas en comparación a los sistemas tradicionales”, comenta Carlos Gómez, ingeniero forestal de la Autoridad Nacional del Ambiente. El uso de fertilizantes orgánicos “no contamina el agua ni los suelos”, dice.

El Food Standards Agency (Agencia de Estándares Alimenticios) reconoce que hay estudios científicos que llegan a la conclusión que los productos orgánicos son más saludables y otros que concluyen que no existe diferencia entre un alimento convencional y otro orgánico. Comprar productos orgánicos depende “de un gusto muy personal”, acepta.

Al menos hasta que se produzcan estudios más contundentes y regulaciones más precisas, sus elevados precios convierten a los artículos orgánicos “en un lujo”, opina Grimaldo.