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Un día no bastó para llevar a cabo el XI Censo Nacional de Población y VII de Vivienda. Aunque a las 6:30 p.m. la contralora Gioconda de Bianchini aseguró que el 95% de la población de la República había sido censado en los populosos sectores de Panamá este –Tocumen, Pacora y 24 de Diciembre–, sus residentes no pudieron ser contados por falta de formularios.
El director del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Inec), Danis Cedeño, explicó que ayer se mandaron a imprimir 30 mil nuevos cuadernillos para sustituir los dañados por las inundaciones ocurridas el sábado en Penonomé (Coclé) y San Carlos (Panamá).
La institución deberá ahora determinar una nueva fecha del censo en el área este de la ciudad de Panamá, que no afecte a los ciudadanos.
Las autoridades de la Contraloría minimizaron las quejas de los encuestadores por la falta de documentación y transporte, o por la demora en el pago de $40, calificando lo sucedido como “pequeños inconvenientes”. Sin embargo, al cierre de esta edición, muchos encuestadores ubicados en distintos puntos de la ciudad esperaban que les pagaran.
El director del Inec aseguró que en cinco días se conocerán datos preliminares de población y de vivienda, por corregimiento, distrito y provincia.
Un conteo con tropiezos
Malema Samanta de Léon
Yaritza gricel mojica
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La familia González, residente en Mañanitas, Panamá este, tuvo que esperar 10 horas en su residencia para que un empadronador llegara a censarla. “Nos sentíamos presos en nuestra propia casa”, dijo Miriam, quien se levantó a las 6:45 a.m. a preparar el desayuno y a levantar a su esposo e hija para que estuvieran listos cuando llegara el encuestador.
En Linda Vista, San Miguelito, a Laura Gómez, de 40 años, no le fue difícil madrugar porque asiste los domingos a la misa de las 7:00 a.m. Despertó a su hija, de 10 años, para recibir al empadronador. Este sería su primer censo; pero, debieron esperar hasta las 11:00 a.m. para ser censadas.
Y es que el trabajo de los 125 mil encuestadores –contratados por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Inec)–, quienes ayer estaban encargados de contar a los habitantes del país a través del XI Censo de Población y VII de Vivienda, se vio empañado por los atrasos en el proceso censal. Esta irregularidad se debió a la falta de formularios, sobre todo en Panamá este, y a la escasez de transporte para trasladar a los empadronadores.
Los problemas que surgieron en lugares como Tocumen, Mañanitas, 24 de Diciembre y Pacora provocaron las quejas de los residentes y de los propios empadronadores. Y es que los formularios destinados para esta área fueron enviados, a última hora, a los distritos de San Carlos y Penonomé, donde inundaciones del pasado sábado afectaron la papelería para el empadronamiento en ambas regiones.
Danis Cedeño, director del Inec, dijo que las inundaciones dañaron 10 mil cuadernillos –6 mil en Coclé y 4 mil en San Carlos–.
La falta de la documentación oficial debía ser subsanada con la impresión de nuevos formularios. No obstante, en La Siesta de Tocumen, los empadronadores se quejaron del estado de los formularios que estaban recibiendo. “Nadie se querrá censar con estos formularios así”, dijeron varios al ver la papelería malograda por la humedad.
Pasadas las 6:30 p.m., la tónica era otra. Los encuestadores en Mañanitas protestaban porque no les habían pagado los 40 dólares por los servicios prestados. Cedeño aclaró que los pagos se harían cuando el inspector terminara de evaluar su área.
Los edificios
Los inconvenientes no solo se dieron en áreas apartadas de la ciudad, ya que en los PH de El Cangrejo, Paitilla y Costa del Este, la espera también fue larga. Todo se debió al hecho que se usaban datos de cartografía del año 2006, el Inec no tomó en cuenta que la cantidad de apartamentos era mayor a la esperada.
Retenidos
Pero los empadronadores, y quienes se quedaron en casa, no fueron los únicos que tuvieron dificultades. La falta de transporte fue otro problema que se evidenció ayer. Trabajadores que fueron censados previamente, esperaron sin éxito en las paradas el paso de buses o taxis para poder llegar al lugar de trabajo. Así le sucedió a Carmen Rodríguez, funcionaria de una entidad de salud que, según dijo, no dispuso de un transporte para movilizarse.
Dionel Broce, dirigente de la Cámara Nacional de Transporte, señaló que el gremio no estuvo de acuerdo con que las autoridades del Inec no censaran previamente a los transportistas.
También hubo muchos ciudadanos que no esperaron ser censados, y fueron retenidos en los puntos de control –había 200 en el país– y llevados hasta el lugar de empadronamiento más cercano al lugar de la detención.
La Policía Nacional (PN) informó que hasta las 11:00 a.m. había 225 personas retenidas en la capital, pero en horas de la tarde la cifra aumentó a 697.
Uno de ellos fue Gabriel Yair Elis, quien fue bajado de un autobús de Felipillo a las 9:00 a.m. por los predios del Hospital Santo Tomás. Como no pudo mostrar la contraseña de que había sido empadronado, lo llevaron junto a nueve personas más a la junta comunal de Bella Vista, donde esperó hasta las 2:00 p.m. para ser censado.
Otro hecho que la PN informó, fue la detención de un ciudadano venezolano, de 25 años, en el área de Bella Vista, quien supuestamente le hizo propuestas sexuales a una de las encuestadoras. Ahora está a órdenes de la Fiscalía Auxiliar, en donde se le denunció por atentar contra la integridad física y sexual.
La pregunta
Eunice Meneses, del Consejo Nacional de la Etnia Negra, lamentó que no se conocerán datos estadísticos reales de los afrodescendientes del país, porque algunos empadronadores se abstuvieron de hacer la pregunta ¿se considera usted negro?, o no realizaban la siguiente pregunta sobre si se era negro colonial o antillano. (Con información de Juan Manuel Díaz)
Indigentes fueron contados
La calle está oscura y los 25 sin casa esperan. Tienen hambre y más prisa. Huelen a pacha y a orina. Un hombre de unos 50 años no para de hablar. Tiene la lengua de trapo y se siente poeta. “Voy a buscar la fuente de mis nostalgias… Y si eso ofende, ¡que me muera de una vez!”, dice. El vecino, un hombre de unos 70 años y con el cabello amelcochado, le promete un tucazo. “¡Cómo habla este ahue...!”, le grita con voz ronca. Hay una pareja: un hombre de unos 45 años con una mujer de edad indescifrable. Ella tiene los ojos chiquitos; él, las piernas elegantemente cruzadas. “Yo tengo mi casa, usté entiende…”, dice el hombre. “Lo que pasa es que tuve mis inconvenientes…”.
Está apurado, impaciente. ¿Cuándo nos van a censar? ¡Yo tengo que irme a dormir a mi cartón!”. Los sin casa quieren irse. Una funcionaria de la Contraloría, al notar los malos ánimos se les para enfrente y les dice: “Espérense un momentito. Para el final les tenemos un juguito y su buen emparedado de jamón y queso”. El más hablador, más incluso que el poeta, se pone de pie y grita: “No se preocupe, doñita, que yo sé lo que es hambre”. A los sin casa, los que nunca cuentan, les preguntaron su nombre, edad, lugar de su última residencia, si es jubilado. Cuando a David le tocó decir su fecha de nacimiento, qué curiosidad. “25 de diciembre de 1940”, dijo.
Pero hace rato que su vida dejó de ser una Navidad.
Ana Teresa Benjamín
A las 3:00 de la mañana la diversión se fue a dormir
No había tiempo para más. Eran las 2:30 a.m. de ayer domingo, cuando el público abandonaba las discotecas de Zona Viva, en Amador. Media hora antes, la música había dejado de sonar. Todos, dueños de bares y clientes, debían cumplir con las disposiciones legales que ordenaban el cierre de los locales nocturnos a las 3:00 a.m. debido a la realización del censo. En realidad, las restricciones a la vida nocturna mermaron la cantidad de personas que suele visitar esos sitios.
Por ejemplo, el sábado en la madrugada la Policía Nacional retuvo 24 carros en la salida de Amador, en vista de que sus conductores rebasaban el nivel de alcohol permitido para conducir. Esa cifra se redujo a dos ayer en la madrugada, según informó el capitán de la Policía Adán Fernández.
Los locales comerciales que abren las 24 horas –gasolineras o supermercados– hicieron una pausa, y cerraron. La ciudad tuvo un singular amanecer.
JOSÉ ARCIA