Adam Clymer, quien no hace mucho se retiró como corresponsal en Washington de The New York Times, acaba de publicar un libro que plantea que la pugna política por aprobar los tratados canaleros tuvo un impacto sísmico sobre la política estadounidense.
No solamente arrebató la presidencia a Jimmy Carter para entregársela a Ronald Reagan en 1980, sino que también puso en el poder a los derechistas radicales que eran aliados de Reagan, quienes han utilizado incesantemente el haber "regalado" el Canal de Panamá como caballito de batalla.
El libro de Clymer se titula Drawing the Line at the Big Ditch: The Panamá Canal Treaties and the Rise of the Right. (Trazando la línea divisoria en la gran zanja: Los tratados del Canal de Panamá y el surgimiento de la derecha). La manera detallada en que Clymer sustenta su tesis, amerita que este libro sea estudiado por todo el que se interese en las relaciones entre Estados Unidos y Panamá.
Clymer comienza su relato en 1976, cuando Reagan se enfrentó a Gerald Ford en la contienda de los republicanos por la nominación presidencial. La campaña de Reagan iba muy mal cuando él, casi por accidente, dio un discurso sobre la política exterior en que el párrafo con más resonancia entre el público terminaba así: "La Zona del Canal es territorio tan soberano de Estados Unidos como lo es Alaska y los estados en la Compra de Louisiana. Lo compramos, lo pagamos y al general Torrijos hay que decirle que nos quedaremos con él".
Aquello de que Estados Unidos tenía soberanía sobre la Zona era falso, subraya Clymer, pero eso poco le importaba a Reagan. Lo importante, descubrieron los derechistas, era que el Canal de Panamá podía ser utilizado como un símbolo poderoso de la debilidad de Estados Unidos, que (según ellos) había llegado a dejarse abofetear hasta por dictadores tercermundistas.
Para sacar máxima ventaja de eso, la gente de Reagan inauguró en esa campaña de 1976 varias estrategias potentes que cambiaron para siempre la metodología estratégica de la política estadounidense, como la solicitud al por mayor de fondos por medio del correo (en ingles, direct mail), propaganda televisiva en bloques de media hora (infomercials), el lanzamiento de un "escuadrón de la verdad" (truth squad) para desmentir todo lo que la Casa Blanca dijera de los tratados (con razón o sin ella), y el financiamiento de propaganda televisiva por grupos "independientes" dedicados al ataque rabioso de sus adversarios. Reagan perdió la nominación en 1976, pero la historia le entregó una segunda oportunidad en bandeja de plata, porque Ford perdió la elección frente a Jimmy Carter y lo primero que hizo Carter fue "regalar" el Canal de Panamá.
Ante eso, los derechistas enardecidos sabían lo que tenían que hacer y sabían quién tenía que ser su candidato a la Presidencia en la próxima vuelta. Más que eso, ellos se dedicaron arduamente a la tarea de derrotar –uno por uno– a todos los que habían votado para aprobar los tratados.
En 1980, Reagan no solamente derrotó a Carter, sino que los republicanos ganaron clara mayoría en el Senado y 33 puestos adicionales en la Cámara de Representantes, iniciando un período de dominación republicana en Washington que ha durado hasta la fecha.
Las presiones republicanas en rechazo al tratado
Los líderes del Partido Republicano le habían advertido de antemano al muy admirado senador Howard Baker (republicano de Tennessee), que si él apoyaba los tratados, ello le costaría la nominación presidencial en la próxima elección.
"Que así sea", respondió Baker.
El día de la votación, otro senador, Tom McIntyre (demócrata de New Hampshire), le dijo a su esposa: "Ven a verme perder mi puesto". Así fue. McIntyre votó por los tratados y fue derrotado en la próxima elección.
Baker no perdió su puesto en el Senado, pero nunca más se habló de él como figura "presidenciable".
Por otro lado, Dick Cheney, hoy vicepresidente, fue elegido en 1980 a la Cámara de Representantes. Después hizo alarde de que su oposición a los tratados canaleros había sido clave en su triunfo.
En 1977, el general Omar Torrijos firmó los acuerdos conocidos como Torrijos-Carter. Este tratado permitió a EU mantener su soberanía sobre el Canal hasta el año 2000, pero los estadounidenses lo defenderían de forma indefinida.
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