Olmedo Miró
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En los últimos años se escucha comentar, a veces con un orgullo un poco desubicado, la frase: "crecimiento económico nacional". Todos nos admiramos del gran número de construcciones que se dan a lo largo de todo el país, corroboradas por las estadísticas de crecimiento en el producto interno bruto que rayan los dos dígitos, algo impresionante. Sin embargo, como si fuera un mal que por bien viniera, también se escuchan las quejas de la subida en los productos de primera no tan de primera necesidad y, poco a poco, viene resurgiendo una palabra que parecía olvidada junto con la música disco que estuvo de moda en la década de 1970: inflación. Así es, pero nunca hace falta un analista que se venga con la idea de que el crecimiento, progreso y la inflación son parte del mismo paquete, posición a la cual no me queda más que replicar con un categórico: !No!
De la misma manera que un niño que crece, se fortalece y se desarrolla puede hacer las mismas y más cosas que hacía de infante con menos esfuerzo y, por lo tanto, más facilidad, una sociedad, y los individuos que habitan en ella, que crece, se fortalece y se desarrolla puede hacer las mismas cosas que hacía antes, pero con menos esfuerzo, más facilidad; en pocas palabras, con menor costo. El progreso económico, bien entendido, implica necesariamente una disminución en los costos por unidad y, por lo tanto, en precios y esto solo se logra con el incremento en las herramientas necesarias para producir los recursos que necesitamos para mejorar nuestra vida y esto solo se logra con el ahorro, o sea, al alejar recursos del consumo inmediato para hacer redes de pesca más grandes (capital) para producir más peces de forma más fácil, barata, en el futuro. Esa es precisamente la razón por la cual un alemán promedio es 10 veces más rico que un haitiano, sus redes para pescar son más grandes y, por lo tanto, el costo del pescado, por unidad de trabajo, es menor que el del haitiano.
Ahora, cuando no se entiende bien el concepto de crecimiento económico, tendemos a confundirlo con el crecimiento en el consumo y/o la demanda. Es allí donde corremos el peligro de confundirnos con una pequeña falacia de posicionamiento: cuando es verdad que un pescador (sociedad) con grandes redes (capital) puede consumir más pescados que una que tenga redes pequeñas; esto no quiere necesariamente decir que un pescador (sociedad) que consuma muchos pescados, tenga grandes redes y/o capital.
El problema es que solo hay dos formas de tener más pescados con menos redes (capital) para una sociedad: una es "comerte tu capital", dejar de invertir en redes y utilizar el capital que te queda para comer más pescados hasta que todo se acabe; la otra es haciendo promesas que no puedes cumplir para consumir pescado que no produces de otros que sí lo hacen, una estafa. La falsificación de dinero es una forma de hacerlo. Falsificar es producir dinero de la nada para consumir, pero cuando lo hacen los estados se llama inflación y es legal, aunque los efectos son exactamente los mismos.
Así, se crea dinero y consumo sin crear riqueza verdadera previamente. Y así, al haber más dinero pero las mismas cosas, se necesita más dinero para comprar lo mismo así, lógicamente, los precios suben. Este fenómeno al principio se siente delicioso. Al haber más dinero en la calle, las ventas suben y, como los costos tienden a mantenerse al principio, las ganancias suben también. Los empresarios se entusiasman y expanden sus negocios para satisfacer ese consumo inesperado. Todo bien, hasta que el espejismo desaparece cuando confrontamos la realidad de que no hay suficientes recursos reales para sostener la expansión. Los costos crecen y las ganancias desaparecen y tenemos una crisis.
Es así la mecánica por la cual se tiende a confundir la inflación con el crecimiento, y el porqué de que los periodos de auge (boom) tienden a ser seguidos por crisis también; el porqué los recursos naturales (petróleo, etc.) son los que dañan la fiesta al dispararse los precios, al existir más dinero que recursos.
Entonces, ¿es este sorprendente crecimiento nacional e internacional inflación o no? Bueno, seré salomónico, posiblemente un poco de los dos. Lo que sí es verdad es que aquellos países que tradicionalmente consumían muchos pescados porque producían muchos, también cada día que pasa tienen redes más chicas, pero mucho más dinero o papeles de la nada, y esto no me huele bien.
El autor es director de la Fundación Libertad
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