Para ser poeta hay que ser buen escucha, dice el coordinador cultural de la Universidad Tecnológica, Héctor Collado. LA PRENSA/Oliver Meixner |
Collado afirma que para ser poeta hay que ser un buen escucha, porque “la gente sencilla dice cosas maravillosas que si uno no está atento se pierden. Una vez fui a comprar frituras y la muchacha me dice: ‘ese es el corazón de la mañana”.
Vivencias como esta le han pasado varias veces al poeta: una vez caminando hacia el cerro Ancón con su hija, ella le dice: “mira papi, un museo de árboles”. En otra ocasión se encontraba en el mercadito de Calidonia y escuchó la discusión de unos obreros. “Uno de ellos dice: ‘hay que meterle el cuerpo al dolor”.
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“...Esta mujer cabe en mi pan, en mi café
y en el trago de ron,
cuando la lluvia me tiende cercos.
Esta mujer,
relámpago que borra la nocturnidad,
se me aloja en el costado
para que yo beba de su cielo.
Sus manos, que todo lo pueden
le inventan pájaros y bestias
al Atlas de mi cuerpo.
Ella cabe demasiado bien en mi desnudez
o debajo de mis ganas.
Cabe en mis excesos
así como siempre caben los niños
en la extensión de la mañana.
Cabe en mi prisa
en la humedad de mis ojos
asombrados y miopes
que “nada ven cuando la ven”.
Yo me pierdo en el jardín de su rostro
cuando mi cuerpo pende de su lengua
y oscilo entre la eternidad y la vida.
Ella hace lugar en su vida
para albergar la mía...”
Parte del poema Simple con mujer.
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