No sorprende que en un país como Panamá, donde se pregona la democracia tras el derrocamiento de la dictadura militar a finales de los 80, se imponga lo que solo conviene a una persona – y en todo caso a un par de vivos –. Ese es el caso del uso del etanol que nuestra Presidencia democráticamente anunció que impondrá dentro de pocos días, so pretexto de cuidar el ambiente y como si mañana se acabara el mundo si no se usa este “dulce” combustible al ritmo de samba.
Y aunque se afecte la vida a miles de personas que con esfuerzo tienen algún automóvil, la medida no sorprende porque se suma a la lista de imposiciones en las que ya la población no tiene opción.
Sobran casos, en la terminal de buses de Albrook los usuarios frecuentes tienen que comprar una tarjeta para poder pasar a las piqueras y cada vez que se les pierde – lo cual suele ocurrir inevitablemente – deben comprar una nueva ya que simplemente no hay opción de paso con monedas. Es un gran negocio también si se toma en cuenta aquellas personas que solo van a La Chorrera, Arraiján o al interior por una casualidad, igual tienen que comprar la tarjeta.
Es lo mismo que ocurre con las tarjetas de los ahora ya “rebvelados” metrodiablos, y ni decir del Corredor Sur y el Norte, en los que la opción de pagar en efectivo es cosa del ayer. Nadie se escapa, nada más multiplique usted como mínimo 3 millones por cada dólar.
Y esto no solo aplica con el uso de tarjetas, también ocurre sutilmente con otros productos y servicios.Buen ejemplo son los artículos de la canasta básica, cuya opción para muchos panameños está siendo “no comer lo que antes se podía, sino lo que ahora se puede”, debido a que los precios son igual de elevados donde sea.
Ya la semana pasada expuse que en muchos restaurantes y refresquerías el agua potable del acueducto público no se sirve a los clientes, pero en cambio se vende la embotellada, una mala señal.
Se puede extender la lista, pero para terminar hay que recordar que gran cantidad de madres, padres, abuelos/as, a falta de recursos no tienen más que enviar a sus hijos e hijas a escuelas y colegios
públicos en los que la educación sigue siendo deficiente. En el caso de la salud pública, millones de cotizantes de la Caja de Seguro Social “siguen pagando por sufrir”. ¿Tienen opciones democráticas?
Ojalá en la próxima contienda política se amplíen debates sobre el verdadero espíritu de la democracia, sin mentiras.
No comments:
Post a Comment