ZORAIDA CHONG
zchong@prensa.com
Es prácticamente imposible llegar a Caracas, la capital venezolana, y no encontrarse sumergido en un mundo de contrastes. Desde las montañas forradas de casas improvisadas, que enmarcan una ciudad de altos edificios corporativos, hasta las confrontaciones mediáticas entre diarios “chavistas” y de oposición.
A la llegada al aeropuerto internacional de Maiquetía, ya se evidencian las consecuencias de una moneda “atada” a un tipo de cambio que no se corresponde con la realidad del mercado: Los anaqueles de las tiendas dutty free o libres de impuestos están prácticamente vacíos.
Es cierto que aún venden algunos productos electrónicos, artículos de lujo o chocolates nacionales, pero ya no hay un solo artículo de perfumería o maquillaje.
Por disposición oficial el dólar estadounidense se vende a 2.5 bolívares, pero en la calle no falta quien ofrezca seis bolívares por dólar.
El resultado: a los comercios no les resulta rentable trabajar con una moneda ficticia, de manera que marcan sus precios en función del tipo de cambio en el mercado negro. Por ejemplo, una granola que en Panamá cuesta de 60 a 70 centésimos de dólar, en Caracas cuesta el doble, si se toma como referencia el cambio oficial.
TIERRA DEL LIBERTADOR
La ciudad en la que naciera un 24 de julio el libertador Simón Bolívar (1783-1830), es hoy una urbe poblada por más de 3 millones de habitantes, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística de ese país, y con una densidad de unas 3 mil 900 personas por kilómetro cuadrado.
Los barrios populares son más bien cúmulos de casas angostas, apretadas unas contra otras y sin acabados. Eso sí, muchas con antenas de televisión satelital.
Los llamados “ranchos” terminan en las laderas de las montañas que rodean el valle y se encuentran, a escasos metros, con edificios multifamiliares y amplias vías vehiculares.
“El único cerro que no está invadido es El Ávila, y eso porque es un parque nacional”, comenta un taxista.
GUERRA MEDIÁTICA
El contraste más notorio en la capital venezolana es sin duda el que protagonizan quienes apoyan al gobierno del presidente Hugo Chávez, y quienes lo adversan.
Uno de los campos de batalla donde se enfrentan los bandos es el entramado de medios de comunicación.
Por un lado, diarios como El Universal o la televisora Globovisión son los foros donde la oposición critica acciones del gobierno, como la implementación de un Plan Revolucionario de Lectura, que busca difundir entre los estudiantes textos relacionados con el marxismo, o una propuesta presidencial para crear un organismo que proteja a los gobiernos de la Unión de Naciones Suramericanas de los ataques de los medios.
En la otra esquina, televisoras estatales como Tves o Vive Tv emiten programas con intelectuales socialistas que rechazan las críticas de extranjeros al sistema político venezolano.
En esta línea, la televisión de la Asamblea Nacional transmite la sesión ordinaria –del 26 de mayo– donde, luego de una votación, los miembros del órgano legislativo designan comisiones para investigar la “campaña de desprestigio internacional” que, aseguran, han emprendido medios de comunicación extranjeros contra de la República Bolivariana de Venezuela.
Durante las discusiones sobre el tema, una diputada de oposición argumenta que la campaña tiene su origen en las denuncias de ciudadanos venezolanos que no encuentran respuesta en su país contra la violación de sus derechos humanos.
La presidenta de la Asamblea, Cilia Flores, interrumpe a la diputada con un contundente “No procede”, “no se está hablando de ese tema”.
Dice otro taxista que el contraste va más allá, que la población está polarizada, que la política ha dividido familias, y que Chávez ha sembrado el odio de clases entre la gente.
“Esto no va a terminar pronto”, vaticina.
CUANDO LA MINORÍA ES GRANDE
“5 millones es una minoría muy grande”, dice el historiador y escritor mexicano Enrique Krauze, cuando explica a un periodista venezolano el sentido de la democracia.
“La democracia es el gobierno de la mayoría, con respeto a las minorías”.
Se refería a los 5 millones de venezolanos que el 15 de febrero de este año votaron contra una enmienda constitucional que eliminó el límite de reelección y abrió la puerta para que Hugo Chávez siga en el poder.
El periodista había preguntado, en una rueda de prensa en Caracas, el 29 de mayo, si no era democrático respetar la decisión de los 6 millones que votaron a favor.
Krauze, autor de El poder y el delirio, un libro que critica al Gobierno venezolano, se había pronunciado en contra de las reelecciones en general, por considerarlas antidemocráticas. “El artículo número uno de la democracia es limitar al poder, porque el poder no se limita a sí mismo”, dijo.
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